
Control social formal e informal.
Por: Imelda Nathaly González Guevara
Profesora de la Facultad de Derecho
Dentro de la amplia gama de relaciones de la criminología con otras áreas o disciplinas, una parte importante le corresponde, desde luego, al derecho penal, así como a la política criminal, la victimología, la sociología criminal, entre otras.
En esta ocasión hablaremos sobre las formas o estrategias de las que se allegan tanto el estado como la sociedad a fin de prevenir, reprimir o inhibir la criminalidad.
El aparato gubernamental crea una serie de estructuras de control (preventivo y punitivo) para intentar mantener el orden dentro de la sociedad, las cuales se expresan a través de los diversos cuerpos normativos que prevén penas o medidas de seguridad y tienen mayor o menor eficacia en la misma medida en que se les enfoque, canalice y brinde seguimiento, en este caso nos estamos refiriendo a las formas de control social formales, es decir, aquellas que se encuentran debidamente institucionalizadas.
Por otra parte tenemos a las llamadas formas de control social informales, que son aquellas que surgen y se desarrollan en la familia, la escuela, la religión, los medios de comunicación, y actualmente incluso las redes sociales juegan un papel importante.
A través del normal desarrollo del ciclo de la vida, los seres humanos al pertenecer a una sociedad y un medio determinado, nos vemos influenciados e incluso condicionados en nuestras actitudes y comportamientos, es por ello que las normas -a veces casi imperceptiblemente- dictadas por las citadas autoridades sociales tienen también un rol trascendental en la incidencia delictiva.
La familia, la escuela y la religión suelen ser los medios de control social informal de mayor importancia puesto que en la mayoría de los casos son los pilares y ejes rectores en la formación y educación de las personas.
Mención aparte merece el rol del uso de las redes sociales en la actualidad, esto en su efecto intimidatorio; de tiempos recientes a la fecha nuestra sociedad se encuentra bajo un efecto de reeducación que nos permite cuestionar diversas acciones del pasado que se habían venido aceptando, practicado y normalizado, mismas que hoy en día pueden encuadrarse en conductas violentas o vejatorias, las cuales diversos sectores sociales no están dispuestos a permitir que se sigan reproduciendo.
Es necesario reconocer que la evolución social permite también un avance en las formas y medios de contención de la criminalidad y es preciso allegarse de todos ellos en aras de la conformación de un mejor y más sano ambiente social.
Te agradezco los minutos que dedicaste a leer estas líneas y te invito a leer mi siguiente colaboración.
Imelda Nathaly González Guevara Maestra en Derecho, Profesora de la Facultad de Derecho De la Universidad Nacional Autónoma de México