Desde hace un año y ya iniciada la guerra entre Ucrania y Rusia, donde ya sabemos como y cuando empezó. Además, la motivación de la misma potencia rusa, la cual, justificó la invasión al país vecino. La intencionalidad de Ucrania de volverse un país europeo y convertirse en un país económicamente y socialmente más estable que en gobiernos corruptos anteriores y que estos, se hubieran convertido en un grupo de oligarcas que controlan los recursos del país, ergo, controlar al propio país económicamente y socialmente. Vaya redundancia ¿verdad?
Este paradigma geopolítico se ha convertido en un escenario más evidente que el de la Guerra Fría que le puso fin, la famosa crisis de los misiles -llamada Crisis del Caribe, por los rusos-. Fue una de las mayores crisis que estuvo a punto de ser un estallido nuclear, siendo esta la mayor expresión de destrucción bélica a corto, medio y largo plazo. Por suerte, este evento no llegó a palabras mayores, pero sí dejó clara la necesidad de tener un control total o parcial de la situación a través del tráfico de influencias.
Sin embargo, la cuestión económica, política y social en Latinoamérica, nos deja en una posición que más que preocupante, es alarmante. Es decir, la región es el ejemplo de actores políticos populistas, que como decimos los españoles, «prometen el oro y el moro» a la población, sabiendo que esta se encuentra en situación de pobreza y vulnerabilidad. Por lo que son elegidos por el pueblo para tratar de mejorar la situación presente. Cabe destacar las diferentes crisis que han estado sometidos países como Argentina, Bolivia, Ecuador y la gran conocida Venezuela.
¿Qué ocurre con países que fueron tan ricos como Venezuela? Pues lo que suele ocurrir normalmente, promueven un control de la sociedad cuando esta ya no responde o simpatiza con los mismos. Lo que se conoce como una autocracia (supuestamente) democrática y que no garantiza un sistema garantista. Además, que modifican las leyes y normativas en beneficio del interés propio o el de unos pocos.
Esa inestabilidad de la que hablábamos anteriormente y la necesidad de ampliar nuevos horizontes, son vistos por otras potencias como objetivos económicos y políticos. Ahí es donde se observan los tentáculos de la geopolítica y los diferentes bandos que ponen las piezas del ajedrez sobre el tablero. Incluso si queremos jugar con las metáforas, vemos quienes van de farol en la mesa de Póker del casino internacional.
En el caso de occidente, a través de la OTAN -Organización del Tratado Atlántico Norte, por sus siglas-, que buscan tener un control por parte de occidente ante diferentes amenazas que puedan quebrantar la estabilidad económica, política y de seguridad internacional. Esta siempre ha sido liderada por el gobierno de turno que este gobernando en Estados Unidos y es la que mayor influencia genera al resto del mundo.
Pero, por otro lado, podemos encontrar el bloque rojo que siempre ha estado presente en el inicio de este artículo. Siendo esta la antigua URSS, convertida posteriormente en la Federación de Rusia tras la disolución de la URSS en diferentes Estados independientes en 1991. La Rusia de Vladimir Putin ante un escenario que va a debilitarla encarecidamente, también tiene influencia en la región Latinoamericana como puede ser la fábrica de los fusiles Kaláshnikov en Venezuela. Además, uno de los socios de Rusia sigue pololeando en Latinoamérica desde hace varias décadas ¿Y quien es ese socio de Rusia?
Evidentemente, es la República Islámica de Irán. Ese gobierno que financia al grupo terrorista Hezbollah en el Líbano o a Hamas en Palestina y la Franja de Gaza. Estos grupos están catalogados por lo que son por la comunidad internacional. Del mismo modo, Irán recibe continuamente sanciones de occidente por financiar a esas agrupaciones terroristas. Por lo que se ha observado que ante tantas sanciones de occidente a Venezuela, Irán o Rusia, estas han generado vínculos económicos para seguir con su actividad.
Debemos partir que Latinoamérica ha sufrido de 2 atentados terroristas y que tuvieron como objetivo a la comunidad judía en Argentina. Es decir, estamos hablando de atentados con ideología antisionista. Aunque se hable del Hezbollah como autor operativo de los hechos, no debemos olvidar nunca quienes son los que dan la plata para que esos daños sean reales. Pero a Teherán no le importa y parece que las diferentes naciones en Latinoamérica tampoco.
¿Cuáles están siendo las actividades de Irán con países de dudosa ética y legalidad? Pues crear inestabilidad en la inseguridad internacional mediante el incremento de vínculos; generar vínculos económicos a través de lavados de activos y aumentar la cantidad de dinero en los traspasos; obtener recursos naturales, como pueden ser los minerales; entrenar a personas y entrenarlas para fines violentos; y ampliar la red de contactos para seguir expandiéndose.
Eventos recientes, fue el acuerdo entre Brasil e Irán al permitir el gobierno de Lula que pudieran atracar diferentes navíos de guerra iraníes, en el puerto de Río de Janeiro. La comunidad internacional considera esto como un hecho peligroso y lamentable por parte del gobierno de Lula da Silva por todo lo expuesto anteriormente. Por lo que nos trasladamos en que el tráfico de influencias sigue presente e independientemente, de las acciones que actor internacional.
En conclusión, América Latina se encuentra en un escenario complejo y con una gran dificultad para que este se solucione pacíficamente y sin víctimas violentas -sin olvidar las victimas pasadas de cada uno de los actores involucrados-. Los intereses políticos y económicos es la prioridad de cada gobierno que está surgiendo y prosperando actualmente. Pero podemos observar los colores y cual es su dirección, siendo esta, «arrimarse donde el sol más calienta».
Cristian Rodríguez Jiménez
Criminólogo. Analista en Terrorismo Internacional y Crimen Organizado. Delegado en Chile de CISEG.
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