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¿Jóvenes en crecimiento de la mano con el crimen organizado?

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Leyendo acerca de cuantas veces se han tenido que suspender las actividades escolares a causa de algún enfrentamiento o de alguna situación en la que es vulnerada la seguridad y bienestar de las y los niños y jóvenes en territorios en donde prevalece una lucha constante entre carteles del narcotráfico, peleándose el territorio y los escasos operativos policiales en los que han resultado muertos elementos de la Guardia Nacional, militares y policías municipales y estatales.

A través de los años, si hiciéramos un recuento de los días de clase perdidos para el alumnado, resultaría una gran cantidad de estudiantes que se quedaron rezagados en el conocimiento de educación básica y media superior.

Como lo fue apenas el día 22 de marzo del 2023 en el Estado de Michoacán, ocurrieron enfrentamientos en el Municipio de Zitácuaro que según los reportes del gobierno municipal activaron un protocolo para resguardar el bienestar de las y los niños y adolescentes de educación básica mediante el cual únicamente les fue permitido abandonar los planteles educativos en compañía de sus padres.

En el caso del alumnado de nivel medio superior decidieron suspender actividades hasta nuevo aviso y no arriesgar a los jóvenes después de que se reportaran civiles muertos, agentes de policía lesionados, un establecimiento mercantil y una combi de transporte público incendiada como resultado del enfrentamiento entre elementos de la Guardia Nacional y Civil contra miembros del crimen organizado.

Esto es una prueba más de como este sector de la población ha crecido de la mano de la delincuencia organizada mediante actos de violencia y la normalización de ella como si tratara de un acontecimiento “normal “y cotidiano. En el que también se integra a la normalidad y que cada vez son más los jóvenes (menores de edad) que se integran a los grupos delictivos, abandonando sus estudios para incursionar desde el halconeo (obtención de información) cobro ilegal de cuotas a comerciantes fijos o ambulantes en beneficio de alguna organización criminal con presencia en la zona o la región. Todo ello como parte de un proceso en el desarrollo y crecimiento de bandas o cárteles, en los que los jóvenes forman parte de la estadística victimal. Es evidente que esta “ruta de los jóvenes” encuentre una posible explicación en la falta de oportunidades laborales y en un paradigma en el que la sociedad muestra a los criminales como parte de una aspiración digna de seguir y emular en las nuevas generaciones. Así pinta el futuro de los jóvenes en el que lo llamativo y lo importante es encumbrarse como sicario, vistiendo ropa de marca, una troca modelo reciente y un arma con incrustaciones de joyas preciosas que ostenta las iniciales del sicario de renombre.

El mercado laboral poco ofrece y carece de capacidad para ofrecer a los jóvenes una alternativa de desarrollo personal. Los recortes a los presupuestos municipales y estatales favorece que los jóvenes vean más como una opción de trabajo las que ofrecen las bandas criminales. En una y otra existe un fuerte abismo en la expectativa de ingreso y en la apología que de esa actividad prevalece en las rancherías, pueblos y comunidades en los que todo hace falta, escuelas, caminos, servicios, seguridad, clínicas, entre otros.

Otro dato devastador en la realidad de esas comunidades, es que a la vista de todos, el presidente municipal, alcalde o gobernante se pasea de la mano del jefe de plaza durante las festividades del pueblo.

La pertenencia a grupos delictivos organizados en la región representa una alternativa mucho más atractiva para los empobrecidos jóvenes y como la oportunidad más cercana que les puede brindar un estilo de vida de “oportunidades” al que ningún asalariado puede aspirar en toda su vida.

Lamentablemente no se percibe la adopción de alguna medida que contrarreste este “crecimiento de los jóvenes de la mano del crimen organizado”. Si la hay, no se percibe. O será que simplemente no se puede percibir lo que no existe.

La difusión de la vida digna a través de la escolaridad y el empleo honrado podrá ser una estrategia publicitaria que les permita a los jóvenes advertir que “ese mal crecimiento” nunca será la mejor opción. Que es el camino más eficaz para perder la vida, la tranquilidad y la dignidad.

El país lleva años en su lucha contra el narcotráfico, un enfrentamiento que lejos de ver una luz de esperanza, acecha la sombra de la muerte de esos jóvenes que buscan salir de su pobreza. El resultado visible es un expansionismo de la criminalidad y un empoderamiento de grupos en varias entidades del país.

Hoy advertimos que el narcotráfico esta cada vez más presente en nuestra cultura y en la forma en que los jóvenes ven la vida. Es lo normal, y para muchos, es lo más deseado. El arquetipo del criminal no puede ser el ejemplo a seguir de nadie, incluyendo la psique de los más pobres.

Liliana Baltazar Samayoa Pimentel

Psicóloga y abogada.

Twitter: @BalsapiL
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Instagram: lilibalsapi

 

 

 

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