Por: Álvaro Alejandro Rojas Granados
En primer lugar, se debe señalar que por Escuela de Chicago se entiende a al conjunto de trabajos de investigación realizados en el campo de las ciencias sociales por profesores y estudiantes de la Universidad que lleva el mismo nombre, en el periodo comprendido entre los años 1915 y 1940. En esa época se vivieron grandes dificultades en aquella ciudad, principalmente por el aumento de los índices delictivos, en gran medida, por un crecimiento desproporcional a consecuencia de la de la actividad migratoria.
La escuela de Chicago constituye una de las mayores influencias para la sociología criminal moderna, resaltando el factor ambiental y la relación de este con los índices de delincuencia. Bajo esta concepción, las características de determinados espacios urbanos (tanto físicos como sociales) de las, en aquel entonces, modernas ciudades industriales, son los factores determinantes que generan la criminalidad; explicando la distribución de los delitos dependiendo de cada región geográfica, ya sea por zonas o por áreas.
Entre las principales preocupaciones para realizar los estudios, se encontraban el crecimiento de las ciudades y la expansión de la industria, aunado a las diversas razas y nacionalidades que migraron a Norteamérica provenientes de Europa desde mediados del siglo XIX y otros factores no menos importantes como: la expansión del ferrocarril, la distribución de los servicios, la forma de vida de determinados sectores y los barrios donde estas vivían.
Para la doctrina que surgió de la Escuela de Chicago, el crimen es un fenómeno social colectivo, del cual se recaban datos relativos a los delitos y los delincuentes que permiten establecer variaciones cuantitativas y cualitativas de tiempo y lugar; concediendo relevancia etiológica a diversos factores socioeconómicos objetivos, principalmente de grupos migrantes, tales como la densidad de población, los niveles de educación y la pobreza.
En este sentido, los procesos sociales de la comunicación ocupan un lugar muy importante para la Escuela de Chicago porque precisamente sus aportaciones se centran en la relación del individuo con la comunidad; en consecuencia, identifica como una amenaza la desestructuración de las relaciones individuales y de las instituciones democráticas del Estado. Es así, que la se reconoce como pionera en impulsar el análisis cultural de la delincuencia.
La Escuela de Chicago pretendía establecer métodos empíricos y de investigaciones de campo que habían sido perfeccionadas para comprender, y poder explicar, los problemas sociales que arrojaba la nueva estructura urbana. Entre sus principales estudiosos se encontraban Park, McKenzie y Burgess; el primero sentó las bases de lo que se conoce como Teoría Ecológica Humana, la cual hace referencia a cómo las personas están interrelacionadas con el ambiente; el segundo estableció una clara analogía entre un ecosistema y la metrópoli; y el tercero diseñó un modelo espacial que sirvió de base para las diversas investigaciones.
Mientras que estos tres son considerados los precursores de modelo ecológico, Shaw, McKay, Thrasher y Reckless aplicaron este análisis enfocado, principalmente, a la delincuencia. Mientras que otras corrientes solo buscan explicar las causas del delito, la que surge de la Escuela de Chicago se encarga de dar una respuesta con base en condiciones de tiempo y lugar, tratando de identificar los factores sociodemográficos, culturales o económicos; que llevaron al sujeto a delinquir. Asimismo, intenta comprende los mecanismos con base en lo cual se transmiten y aprenden dichas conductas.
En este orden de ideas Shaw y Mckay desarrollaron en 1942 su investigación Juvenile delinquency and urban areas, la cual, trata acerca de la delincuencia juvenil en áreas urbanas y que resultó de gran importancia porque formó parte de la base para la criminología moderna. Asimismo, Shaw en 1930 desarrolla una de las obras celebres y más reconocidas de la Escuela de Chicago The Jack roller, acerca de la delincuencia juvenil.
Desde el punto de vista de la criminología, la Escuela de Chicago es reconocida como precursora del estudio del delito desde la geografía, gracias al análisis de los entornos urbanos, resaltando la existencia de las elevadas tasas de criminalidad de las áreas pobres y deterioradas de las grandes ciudades; no obstante, la relación de la actividad criminal con las condiciones económicas no puede establecerse de forma directa.
Sus aportaciones son reconocidas por la investigación de campo que se realizó desde el interior de las áreas de la delincuencia y se determinó que, desde el punto de vista criminológico, resalta que el índice de criminalidad es alto en zonas pobres y con deterioro económico, donde no hay un control social efectivo. Este interés por investigar los fenómenos sociales en las grandes urbes a partir de la observación, ha propiciado un progreso significativo en los métodos de investigación contemporáneos.
Se encarga entonces de analizar el contexto comunitario de una entidad que, en sí misma, puede contribuir a desarrollar ciertas conductas de riesgo y prevenir otras. En suma, los estudios de la Escuela de Chicago se caracterizaron por ser investigaciones especializadas en sociología urbana aplicados al ámbito criminal.
Docente certificado por el Consejo de la Coordinación para la implementación del Sistema de Justicia Penal, Profesor UACH y diversas Instituciones universitarias del Estado. Agente del Ministerio Público de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua y Abogado postulante.