Por Arturo Angel
Brooklyn, NY.- El seguimiento era perfecto. Años de trabajo de contactos e inteligencia por fin daban frutos. Los agentes estadounidenses tenían el número celular de El Chapo y gracias al rastreo de las señalas sabían la hora y el lugar exactos en se encontraba. Uno de los criminales más buscados del mundo estaba acorralado y a punto de ser detenido.
O eso era, al menos, lo que creía el agente especial del FBI José Moreno, quien había diseñado cuidadosamente la estrategia. Pero al no estar en suelo estadounidense sino en un resort exclusivo en México, los agentes no tenían capacidades para ejecutar una detención legal así que pidieron ayuda. Recurrieron a la unidad especial de investigación de la entonces Policía Federal.
Era el 22 de febrero del 2012… y todo salió mal.
Los agentes mexicanos que debían establecer los cercos de seguridad no llegaron a tiempo. Luego, en lugar de intervenir la casas marcadas como objetivo, se equivocaron e inspeccionaron las tres de los costados. Por si fuera poco, al llegar a la vivienda correcta, no se les ocurrió cubrir la puerta trasera.
Cuando por fin pudieron ingresar al cuarto en el que se estaba El Chapo ya no lo encontraron. El capo tuvo que dejar armas, granadas, lanzacohetes, computadoras, papeles, celulares, dinero… pero consiguió darse a la fuga.
“No recuerdo algo, en todos mis años de experiencia, que se hiciera tan mal”, señala el agente Moreno en su testimonio ante el jurado.
Lo anterior fue narrado ayer por el agente del Buró Federal de investigaciones (FBI) José Moreno ante los 12 integrantes del jurado dentro del juicio que se sigue en una Corte de Brooklyn en contra del exsecretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, por presuntos nexos con el Cártel de Sinaloa.
En su testimonio Moreno no hace señalamientos directos sobre García Luna, pero sí detalla como la unidad especial de investigación de la policía bajo su mando cometió errores increíbles que, de no haber ocurrido, seguramente habrían culminado en la detención del capo.
Los preparativos
Para 2012, explicó Moreno, Guzmán Loera era un objetivo prioritario. Habían pasado 11 años de que escapó de un penal de alta seguridad en México y su organización criminal era la principal responsable de inundar con toneladas de cocaína las calles de las principales ciudades de Estados Unidos.
En febrero de 2012 la inteligencia de los Estados Unidos obtuvo un dato clave: el número telefónico del poderoso capo de la droga y, con ello, una pista inmejorable para ubicarlo con alta precisión. El operativo comenzó a diseñarse de inmediato, pues no sabían durante cuánto tiempo el narcotraficante tendría ese número de teléfono.
Los estadounidenses integraron una fuerza especial conformada por agentes de la DEA, del FBI y elementos de los U.S. Marshals. Estos últimos eran especialmente importantes porque contaban con dispositivos tecnológicos que les permitía ubicar no solo el área geográfica en que se encontraba el celular, sino el domicilio en específico donde se emitía su señal.
Se decidió que el operativo se implementaría el 22 de febrero. La señal era clara: el teléfono del capo se encontraba en Los Cabos, concretamente en un hotel conocido como Hacienda Esmeralda, y específicamente en la casa marcada con el número 140, dentro del complejo.
Pero había un detalle: ninguno de los agentes americanos tiene facultades para realizar detenciones en México. Por ello, y a sugerencia de la DEA, se solicitó la colaboración de una fuerza especial de investigación de la Policía Federal que, en ese momento, era comandada por el agente Iván Reyes Arzate.
Cada paso del operativo fue trazado minuto a minuto. A las 13:30 horas comenzaría el despliegue. 51 elementos de la Policía Federal establecerían el perímetro de seguridad y someterían al personal de seguridad del hotel, mientras los 12 agentes de la unidad especial ingresarían a la vivienda para cerrar la pinza y finiquitar la captura. Los funcionarios estadounidenses supervisarían los movimientos, pero sin intervenir directamente.
El desastre
“Los problemas empezaron porque los 51 policías federales no llegaron a tiempo. A las 13:30 era la hora acordada del despliegue y no estaban. Solo estaban los 12 del equipo especial pero no era seguro ejecutar de esa manera la intervención. Nos comunicamos con ellos y dijeron que llegarían en 20 minutos, pero tampoco pasó. Terminaron llegando una hora más tarde”, dijo Moreno
Pese al retraso y tras una rápida junta, los agentes involucrados concluyeron que aún era posible realizar la intervención así que procedieron. Como se había previsto no hubo mayores dificultades para someter al personal de seguridad de la entrada. La perspectiva era buena: parecía que El Chapo y su escolta no se encontraban en alerta.
Pero luego vinieron los otros errores. Por una razón que Moreno aún no logra explicarse, los federales irrumpieron en las casas equivocadas, y no en la que se había marcado en el diagrama de la hacienda como prioritaria. Ello con todo el retraso, ruido y atención que conlleva.
Y cuando por fin irrumpieron en el domicilio elegido vino el otro error, tal vez el más grave. “Los policías ingresaron por la puerta de enfrente pero no se cubrió la de atrás. En los cateos este es un procedimiento elemental pero el personal de la fuerza especial no lo llevó a cabo. Yo sabía que era un error, pero no podíamos intervenir”, explico el agente del FBI ante el jurado.
Cuando finalmente se pudo ingresar al domicilio Guzmán y sus escoltas ya habían escapado. Lo que encontraron es el arsenal que dejaron atrás, y entre los que había lanzagranadas, granadas de fragmentación y armas largas. Esto además de computadoras, equipos telefónicos y papeles. El agente del FBI dijo que tomó fotografías de todo, pero que los bienes fueron asegurados por los federales mexicanos.
En los días siguientes distintas fuerzas federales implementaron operativos mucho más numerosos en toda la zona de San José del Cabo y Cano San Lucas. Pero la señal de Guzmán Loera ya se había perdido y así permanecería durante otros tres años hasta que la Marina consiguió detenerlo.
“Si el despliegue que vimos en los días siguientes se hubiera hecho a tiempo estoy seguro que lo hubiéramos logrado (la captura de El Chapo) pero no se hizo así”, señaló el agente del FBI.
Adelantan cierre del juicio
La noche de ayer los fiscales de Estados Unidos enviaron una comunicación al juez, Braian Cogan, en el que anuncian que es altamente probable que el próximo martes concluyan con la presentación de sus testigos en contra de García Luna. Originalmente, se había previsto que esto ocurriría hasta entrado el mes de marzo.
De hecho, los fiscales detallaron que, en la jornada del 8 de febrero, que ya es la número 13 del juicio, presentarán a cuatro testigos más para, luego, dar paso a un testigo colaborador de alto perfil, que se vislumbra podría tratarse de algún narcotraficante como Edgar Valdez “La Barbie”, o Jesús “El Rey” Zambada.
Luego tocará el turno a la defensa de presentar a sus propios testigos que, se vislumbra, no serían más de cinco. Una vez concluida las partes presentarán sus alegatos finales.
En ese contexto, se vislumbra que la determinación del jurado sobre la inocencia o culpabilidad de García Luna podría conocerse incluso antes de que termine este mes.
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