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De la ley a la pantalla: cine y derecho

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Héctor Alberto Pérez Rivera

El Caso Asunta: un true crime gallego

El género del true crime tiene orígenes diversos, aunque es importante tener como referencia el ensayo de Thomas de Quincey “Sobre el asesinato considerado como una de las bellas artes” (1827), aunque su estructura moderna se la debemos a la novela de no ficción “A sangre fría” (1965) de Truman Capote, que narra el asesinato ꟷaparentemente sin sentidoꟷ, de una familia de granjeros en Kansas, Estados Unidos y el eventual juicio y condena a pena de muerte de los dos responsables; la cinta “Capote” de Bennett Miller (EE.UU, 2005) con la magistral actuación, ganadora del Óscar, de Philip Seymour Hoffman como el escritor y periodista de Nuevo Orleans.

A partir del trabajo de Capote, el true crime se volvió uno de los géneros preferidos de la cultura popular, por su mezcla del horror cotidiano y la fascinación de conocer los detalles de aquellos casos que acapararon titulares de la prensa y el inconsciente colectivo.

Actualmente vivimos una era donde la televisión y en particular las plataformas digitales acaparan las audiencias y en ocasiones nos presentan producciones que superan en calidad y presupuesto, así como en rating las producciones cinematográficas y por supuesto que el true crime ocupa un lugar privilegiado en el gusto del público.

En la última década ha habido decenas de producciones basadas en casos reales como la obra maestra “People vs O.J.” de Ryan Murphy o “La Escalera” de Antonio Campos y Maggie Cohn o los fenómenos de audiencia como “Dahmer” (también de Ryan Murphy) y “Baby Reinder” de Richard Gadd, ambas de Netflix.  Estas series cautivan al público por su formato crudo y narrativa tensa que convierte al espectador en una especie de voyeur de los detalles escabrosos de casos reales que nos permiten adentrarnos en un ambiente de horror en la comodidad y seguridad de nuestros hogares.

Sin embargo, para quienes ejercemos el derecho esos trues crime cautivan mucho más nuestra imaginación cuando se centran en los procesos legales que se ocuparon de esos crímenes, de ahí mi fascinación con “People vs O.J.” en el que la historia es contada desde el punto de vista de la Fiscal y los abogados de la defensa y el público va conociendo los detalles del caso conforme avanzan sus investigaciones y somos participes de sus estrategias de litigación.

En el mundo de habla hispana hemos tenido pocos trues crime memorables ficcionados en la televisión. Si bien el cine nos ha dado ejemplos notables como El Castillo de la Pureza (Ripstein, México, 1972) o Canoa (Cazals,México, 1976) y otras cintas de los mismos autores; ha sido el cine documental quien mejor se ha ocupado de retratar los casos criminales que han mantenido en vilo a la opinión pública con Alberto Arnaud como punta de lanza de este género con obras como “Hasta los Dientes” (México, 2018), “A Plena Luz” (México 2022) o El show: Crónica de un asesinato (México, 2023), sin dejar de lado las notables “Los Ladrones Viejos” (Everardo González, México, 2007), Bajo Juárez (Alejandra Sánchez, México 2006) y Presunto Culpable (Herández/Smith, México 2008).

La televisión no ha sido ajena a este fenómeno con series documentales notables como las de Arnaud o la penosa “Caníbal: indignación total de Grau Serra; sin embargo, el true crime ficcionado en español no ha había encontrado un digno representante en las series que pudiera competir con las producciones anglosajonas hasta ahora con “El caso Asunta” (España, 2024) transmitido por Netflix y dirigido por Carlos Sedes y Jacobo Martínez.

La serie de 6 capítulos nos presenta el caso de la desaparición de la niña de 12 años Asunta Basterra Porto, de origen chino, quien fue adoptada por el matrimonio conformado por el profesor Alfonso Basterra y la abogada Rosario Porto. A las pocas horas de reportada la desaparición apareció el cuerpo sin vida de la niña en un camino rural de cerca de una finca propiedad de la madre en las afueras de Santiago de Compostela.

La serie sigue al juez de instrucción Luis Malvar y a los policías de la Guardia civil Cristina Cruces y Javier Ríos en la integración de la indagatoria, en la cual de la mano del equipo investigador vamos conociendo la evidencia del caso (una camiseta con evidencia biológica, el lugar del hallazgo, cámaras de videovigilancia, una cuerda naranja, evidencia de un ansiolítico, una serie de fotografías), así como a los posibles sospechosos. La trama da un giro cuando aparecen los abogados de los padres: Juanjo Domínguez y Elena Garrido.

Todo funciona en “El Caso Asunta”, cada actor dota a su personaje de varias capaz de complejidad que los alejan de los estereotipos y los convierten en personas de carne y hueso con los que podemos empatizar e identificar(nos) en diversos momentos de la trama. Debo destacar el trabajo de Candela Peña que nos presenta una Rosario Porto nerviosa y a punto del colapso al grado que llega a exasperar al espectador y Tristán Ulloa interpreta a un Alfonso Basterra a veces irascible y a veces con una frialdad que raya en la sociopatía. En ellos recae el peso dramático de la producción.

Para quienes ejercemos el derecho penal encontraremos muchas familiaridades en los personajes del juez Malvar (extraordinario Javier Gutiérrez), un cínico investigador, racista, machista, no del todo apegado al debido proceso, pero eficaz y entrañable; los defensores, el soberbio penalista estrella Juanjo Domínguez (Francesc Orella) y la cerebral Elena Garrido (Alicia Borrachero), también nos harán jalarnos los cabellos con sus técnicas de litigación o asentir convencidos de que lograran su cometido.

Todos los detalles de la producción están cuidados al máximo, desde el vestuario, maquillaje, peluquería y las locaciones que son fieles recreaciones de los reales (basta con dar una búsqueda en Google sobre el caso real) hasta la música que retoma elementos celtas propios de la cultura gallega (las omnipresentes gaitas) y la fotografía que en ocasiones le da a la imagen un tono documental.

Otro detalle finamente cuidado son los aspectos legales. Una de mis constantes quejas de películas y series que abordan temas legales es que sacrifican la verisimilitud jurídica en aras de la ficción. Aquí no: las técnicas de investigación de Malvar y su equipo los policías Cruces (María León) y Ríos (Carlos Blanco) nos resultarán cercanas a las buenas y malas prácticas ministeriales que conocemos y dependerá que tan apegados nos sintamos a las reglas del debido proceso para aplaudirlas o escandalizarnos con ellas; nada fuera de lo común en estos casos, con todo y líneas de investigación que no parecen llevar a ningún lado, evidencias que parecen contradecirse y teorías del caso que más bien parecen teorías de la conspiración. Todo está construido para que quienes vemos la serie nos sintamos parte de la investigación. El manejo de los tiempos es vital para ello y me parece un gran acierto de los directores.

En ninguno de los seis capítulos se pierde la tensión dramática y todo el tiempo estamos especulando lo que sucederá, lo que hace de “El caso Asunta” una serie adictiva que te mantendrá emocionado en cada momento. No querrás ni podrás perder detalle.

Casi a manera de postdata, mención aparte merece el capítulo 6 titulado “El juicio”, pues no permite conocer bastante del sistema legal español, sus formalidades y vericuetos. Aquí Santi Prego nos recuerda al carnicero Rubén Díaz (un expendedor de productos cárnicos, no confundir con gente como el general Franco a quien este actor interpretó en “Mientras dure la guerra” de Amenábar) que le toca ser jurado en el caso; este hombre nos recuerda al jurado número 12 que hiciera Henry Fonda en el clásico drama judicial “12 hombres en pugna” (Sídney Lumet, 1957, EE. UU.).

En conclusión “El caso Asunta” debe ser vista por todas las personas que gusten de las producciones sobre crímenes y misterios y sobre todo por aquellos que vivimos del y para el derecho penal.

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