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«OJO POR OJO, DIENTE POR DIENTE». POLÍTICAS CRIMINALES INEFICACES EN PERÚ, ANTE LA AGRESIÓN SEXUAL EN MENORES.

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Por Cristian Rodríguez Jiménez
Twitter: @crodriguez1888

Hace unas semanas atrás, tuve la gran oportunidad de compartir espacio virtual para charlar con el Dr. Gino Ríos y el magistrado Renzo Espinoza, de la Asociación Peruana de Criminología «Ama Hucha». Fui invitado para hablar de una nueva propuesta de Ley, la cual, quiere llevar a todo agresor sexual en víctimas menores de edad, ante una castración química durante su estancia en prisión.

Pero me pregunto ¿Cuál es la función de utilizar la castración química en agresores sexuales sentenciados con cadena perpetua? Ante esta cuestión y la ausencia de respuesta con base científica por parte del gobierno peruano, la asociación «Ama Hucha» generó un amplio debate donde pudimos compartir datos, conocimiento y diferentes perspectivas. Pero siempre desde el respeto hacia la sociedad, pero sobre todo, hacia las mismas víctimas.

Este caso ha sido utilizado para la fabricación de votos y, por ende como herramienta para alimentar el odio y la justicia social. El victimario era Juan Antonio Enríquez -también conocido como «El monstruo de Chiclayo»-, que se encontraba conduciendo su coche en estado de embriaguez, donde observó que había una niña de 3 años de edad sola en medio de la noche. Por lo que decidió raptarla y trasladarla a su domicilio.

Al llegar al domicilio, violó a la menor y registró mediante su teléfono móvil toda la agresión sexual. Al finalizar, decidió atarla con cinta de embalaje para posteriormente, abandonarla en alguna calle o lugar alejado. No obstante, su Modus Operandi se basa en un agresor probablemente depredador y de oportunidad, que buscaba una víctima ideal, es decir, vulnerable y fácil de controlar para llevar a cabo la violación.

Por otro lado, el perfil del agresor podría indicar que, mediante mi hipótesis, este individuo no es la primera vez que actúa en este tipo de circunstancias. Por lo que presenta una conciencia forense, en base a la probable experiencia en este tipo de actos. Me explico, utilizó cinta de embalaje para inmovilizar a la niña, grabó la agresión sexual, además, la intencionalidad de buscar un escenario secundario para abandonarla a su suerte.

¿Hacia dónde quiero ir ante esta hipótesis? Pues que en Perú hay una tasa de violación extremadamente alta, donde las cifras muestran un aumento descaradamente alto en el paso de los años. Es decir, el aumento es visible en los siguientes años: 2018 (8.961 violaciones registradas); 2019 (12.364 violaciones registradas); 2020 (9.580 violaciones registradas, donde podría correlacionar el cierre en los domicilios por la pandemia); 2021 (15.634 violaciones registradas); y en 2022 se registró en los meses de enero y febrero un total de 2.648 violaciones.

Sin embargo, también debemos replantearnos la existencia de la cifra negra en la estadística ¿Qué es la cifra negra? Los datos que no son cuantificables debido a que no se han registrado, es decir, que la víctima no ha denunciado. En este caso, se expondría una serie de conductas que son relacionadas no únicamente con la violencia de género, sino de una aceptación social del machismo como herramienta de control hacia la mujer.

No obstante, también remarcar que las conductas machistas van más allá, que la violencia doméstica o de género. Como pude hablar con la criminóloga Ariadna Trespaderne, las conductas machistas van más allá que el producto final que está tipificado en el Código Penal. Tambien se deben analizar las conductas que preceden hacia la violencia contra la mujer. Sin ir más lejos, conductas que definan la superioridad de género por ser hombre y que obligue a la mujer a ser sometida a acciones que no elija por sí misma.

Lo peor de todo, es que este tipo de acciones son usadas por los grupos políticos de turno para ganar votos y que se juegue con la desgracia de la propia víctima. Porque ¿de que nos sirve como sociedad tener a agresores sexuales castrados químicamente cuando no van a salir de prisión? Como indicaba anteriormente, el delincuente sentenciado y como reo, está en un medio controlado y alejado de la sociedad.

Por otro lado, si científicamente se ha comprobado que la castración química no inhibe sexualmente al agresor ¿Por qué vamos a hacerlo con agresores sexuales que nunca más van a salir de prisión? Porque en un hipotético caso donde el gobierno peruano tenga intenciones de Mr. Wonderful, de acabar con la delincuencia sin evidencia científica y sin asesores en la materia, considere oportuno aplicar medidas en contra de los derechos humanos; y sin considerar que hay un elemento que no se ha percatado, el cual, es educar a la sociedad.

Si tienes una sociedad donde por más que apreses a delincuentes, sigue aumentando bestialmente la tasa de esa tipología ¿Algo estaremos haciendo mal? O dicho desde otra perspectiva ¿Algo estamos haciendo bien? Existe algo que se llama prevención primaria, que quiere decir, educar a la sociedad o a cierto determinado colectivo.

Es decir, castrar químicamente a un preso por agresión sexual, no es prevenir una conducta delictiva. Eso es tratar o mal tratar no únicamente al delincuente, sino también a la víctima y a la inteligencia de la sociedad que ha elegido a ese gobierno. Prevenir es educar, es analizar factores de riesgo, es ofrecer políticas criminales y sociales optimas para la ciudadanía.

Prevenir es tener un equipo multidisciplinar e interdisciplinar que analice y discuta las diferentes problemáticas sociales que estén presentes en ese momento. Prevenir es analizar las virtudes y carencias en la sociedad, para desarrollar planes de prevención y actuación. Prevenir es reducir la tasa delictiva con cabeza y no cortando cabezas. Porque así estamos construyendo cementerios y deconstruyendo una sociedad.

Sabiendo que la violencia sexual y el machismo está también correlacionado ¿Por qué no educamos a la sociedad ofreciéndole herramientas para controlar ese tipo de conducta? Y con herramientas, me refiero a la creación de mecanismos cognitivos, control de los impulsos sexuales, conducta resiliente y conducta prosocial. De hecho, los funcionarios de prisiones peruanas diseñaron el programa TAS -tratamiento de la agresión sexual- que ofrece este tipo de herramientas para la resocialización del individuo dentro de la cárcel.

En resumen, seguirán aumentando las estadísticas descritas a lo largo de estas líneas, pero quizás el gobierno debería replantearse como abordar la estrategia para este tipo de conductas, mediante la educación -en especial, la de las nuevas generaciones-, ofreciéndole mecanismos para prevenir estas conductas sexuales desviadas y machistas. Del mismo modo, aplicar el Código de Hammurabi, es decir, el «ojo por ojo, diente por diente» te hace igual o peor que el delincuente. Por lo que se podría definir como un arma de doble filo.

Es cierto que la agresión sexual per se, es aberrante. Pero en el caso que se realice a un menor, ya determina un grado de agresividad que le implicará al menor, un tratamiento a corto, medio y largo plazo. En esta situación, tenemos la obligación de cuidar de nuestros menores y prevenir en que se conviertan en víctimas.

¿Cómo podemos prevenir que nuestros hijos e hijas se conviertan en víctimas de una violación? De una forma muy fácil, generando vínculos afectivos y de confianza. Por lo que debemos de aplicar una escucha activa y la comunicación entre ambos. Además, de observar si existen cambios de conducta en el menor y si es necesario, ponernos en manos de un profesional de la salud.


Cristian Rodríguez Jiménez
Twitter: @crodriguez1888

Criminólogo. Analista en conducta criminal y terrorismo. Subdelegado de CISEG en Chile