En el complejo universo de las investigaciones forenses, cada pista se convierte en una pieza crucial del rompecabezas. Sin embargo, en muchas ocasiones, los investigadores se enfrentan a desafíos que obstaculizan su comprensión de lo que realmente sucedió con el presunto crimen. En este contexto, los muñecos anatómicos forenses emergen como narradores silenciosos y valiosos aliados en la búsqueda de la verdad.
Estos modelos tridimensionales y minuciosamente detallados, permiten a los expertos en medicina forense y peritos recrear escenas del crimen de manera vívida. Al mostrar con precisión las posiciones del cuerpo y las heridas causadas, proporcionando una representación visual tangible de los eventos en el momento de los sucesos. En situaciones de violencia, privación de la vida y agresiones sexuales. En este último, los muñecos se adaptan como facilitadores del lenguaje, evitando la revictimización de las personas involucradas, principalmente en niños menores de edad, víctimas de abuso sexual, quienes necesitan de un abordaje especial que respete sus derechos fundamentales.
El principal objetivo que persiguen estos modelos, es complementar las evidencias fotográficas, diagramas, testimonios o descripciones verbales. Además, esta representación visual y tangible contribuye a la construcción de una narrativa sólida que puede ayudar a respaldar una evidencia concreta.
Sin embargo, es importante recalcar que su utilización también plantea un gran reto: la interpretación de estas representaciones, que puede variar según el observador, resaltando la necesidad imperante de una capacitación exhaustiva y la participación activa de expertos en ciencias forense dentro del proceso judicial.
Es esencial utilizarlos con responsabilidad, siempre teniendo en mente que su interpretación debe ser precisa y que deben ser manejados con la sensibilidad que merecen tanto las víctimas como los procesos legales en sí.
Itzel Castillo Vázquez.
Estudiante de la Facultad de Derecho, UNAM.