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Reflexiones sobre la reforma judicial

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Bien decía Espartaco en palabras de Santiago Posteguillo que leer sirve para anticiparse, aprender y saber cómo reaccionar, para bien o para mal y remontándonos a las grandes obras del autor mencionado, en su libro Maldita Roma, explica el pensamiento de Dolabela en los años setentas antes de Cristo, un senador, cónsul y dictador de Roma, quien mencionaba que para poder gobernar de manera plena, necesitabas el poder en el Senado en el ámbito judicial, ¿les parece familiar?

Mucho se ha discutido sobre la reforma judicial que es una de las tantas que integran el Plan C propuesto por el ejecutivo, la comunidad jurídica no se ha quedado atrás para hacer mesa de análisis, debates formales e informales a través de redes sociales, servidores públicos, personas juzgadoras y alguna que otra barra de abogados. Se pudiese percibir que existe un gran número de personas inmersas en el ámbito jurídico que reprueba y se ha manifestado públicamente en contra de dicha reforma, sin embargo, algo que debemos entender con los resultados de la última elección, es que la mayoría para ciertos grupos es la minoría frente a la población en general.

Ante ello, me parece interesante hacer un pronóstico de las problemáticas a las que nos enfrentaremos en caso de que se haga una realidad la reforma judicial desde el punto de vista penal.

  1. La justicia en manos de personas juzgadoras popularmente. Mucho se ha dicho de la experiencia en Bolivia con este modelo de elección de personas juzgadoras a través del sufragio universal y esto es realmente preocupante, porque puede existir un abandono de la dogmática por la adopción de una justicia social, es decir, populismo penal en su máxima expresión, lo cual -en mucho casos- puede generar retrocesos jurídicos. Olvidemos la inaplicación de la prisión preventiva oficiosa, la protección a la presunción de inocencia, la protección de derechos humanos en el juicio de amparo, la esperanza del ámbito federal, olvidemos la constante preparación académica pues ahora la preocupación será conseguir votos. Tampoco debemos pasar por alto los posibles perfiles que puedan ser votados, para ello basta leer la columna de Salvador Garcia Soto.
  2. El tráfico de influencias. Hay un sinfín de libros que hablan de manera puntual sobre la forma de operar de ciertos servidores públicos, principalmente de los titulares de tribunales de justicia, quienes terminan siendo pieza clave para resolver asuntos de gran importancia económica y política. Esto es un hecho y siempre ha sucedido, basta leer a Enrique Serna quien al escribir sobre la vida de Carlos Denegri, hace una radiografía desde aquellos tiempos de la forma en que operaba el sistema judicial, sin embargo, no podemos generalizar. A todo esto, la reforma ¿cambiará esa forma de operar? A mi parecer no, únicamente pasarán la batuta a los operadores jurídicos que se encuentren cercanos a las nuevas personas juzgadoras votadas popularmente, recuérdese el cambio de operadores entre Humberto Castillejos a Julio Scherer.
  3. El tribunal de disciplina judicial. La diferencia será quien lo preside pues anteriormente se contaba con un área de investigación y atención de denuncias, pero puede transformarse en una presión constante para las personas juzgadoras en lugar de una protección a quienes denuncien.

No es un panorama pesimista, sin embargo, se percibe cercano y real, en donde los afectados serán los miles de operadores jurídicos, quienes se han preparado constantemente para brindar una mejor interpretación de la norma y muchos serán remplazados por el más votado, lo cual no asegura buenos resultados, basta ver a los resultados de aquellas figuras públicas que se convirtieron en legisladoras y legisladores, no todos, algunos, espero que no se repita constantemente la frase “el pueblo tiene a los juzgadores que merece”.

Debemos hacer todo lo que está en nuestras manos para reflexionar y pensar -ingenuamente- que no pasará la reforma, al final, la esperanza es lo que muere al último.

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