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Fraude electoral en Venezuela: La resistencia de los oprimidos y la huida de los refugiados

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Ayer fuimos testigos de como un Estado, siendo este Venezuela, estaba en el ojo del huracán y por ello, de todo el mundo. Como no, uno siendo “millenial” siempre quiere mantener la esperanza hasta el último instante, ya que la esperanza es lo último que se pierde, o eso dicen. La ansiosa espera de millones de venezolanos, tanto los que resisten en Venezuela, como los que huyeron buscando un por venir mejor, estuvieron esperando a que el resultado fuese declarado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), el cual, careció en todo momento de transparencia y por ello, presentó más indicadores de fraude, que los mismos trileros que están en las calles.

El presidente de la autoridad electoral venezolana, Elvis Amoroso, declaró al presidente Nicolas Maduro Moros como vencedor de las elecciones con 5.150.092 votos y que representaba un perfecto 51,2%, por delante del opositor Edmundo González Urrutia y acompañado por María Corina Machado, quien obtuvo un 44,2% y que representaba el voto de 4.445.978 personas, quienes llevaban desde altas horas de la madrugada esperando en los colegios electorales. Todo concluye en que el “chavismo” vuelve a vencer con su maquinaria de votos, dominado por un incompetente líder, que ha continuado con la decadencia de un país rico en recursos naturales, económicos y culturales.

Recordemos que Maduro aseguró a principios de febrero que iba a ganar “por las buenas o por las malas”. Que además, estaba acompañado de como algunos miembros del sistema judicial venezolano, tiende la mano por unas monedas, al inhabilitar a Marina Corina Machado, siendo el tribunal Supremo de Justicia, quien confirmó esa acción. Por lo que se dio el inicio a la victoria a través de unas elecciones fraudulentas.

Sin embargo, lo peor de todo es que toda esta parafernalia ha sido mal organizada, ya que se ha demostrado una falta de transparencia y que no hay mayor ciego, que el que no quiere ver. El problema es que el único que no se está dando cuenta de la ineptitud, es el mismo que sigue calentando una silla a costa del pueblo venezolano, quienes tristemente, ayer estuvieron esperanzados por una realidad irreal, pero que refleja la necesidad imperativa de generar un cambio de horizonte, siendo este, el de tener una Venezuela democráticamente libre.

No obstante, me viene a la cabeza el pedagogo, Paulo Freire y su obra «Pedagogía de los oprimidos» y que fue publicada en 1968. Esta obra se consolidó en el campo de la pedagogía crítica y la educación popular, ofreciendo una visión revolucionaria de la educación como un acto de liberación. Además, se puede sacar diferentes extractos, que son relevantes en la lucha contra sistemas autoritarios. Freire introduce el concepto de “concientización”, siendo este un proceso mediante el cual los individuos desarrollan una conciencia crítica de su realidad social, política y económica. Asimismo, aborda la relación entre opresores y oprimidos como una interacción dinámica. Los opresores deshumanizan tanto a los oprimidos como a sí mismos al mantener una estructura de dominación. Freire sostiene que la verdadera liberación solo puede ocurrir cuando los oprimidos toman conciencia de su situación y luchan activamente por su libertad, transformando así también a los opresores. Esta visión es particularmente relevante en contextos autoritarios, donde las élites en el poder buscan perpetuar su dominio a través de la represión y la manipulación ideológica.

¿Qué quiere decir esto? Que la realidad y lo sucedido ayer y en los días previos de campaña, muestra que los venezolanos quieren ser libres y vivir si miedo. No olvidemos una “pequeña” parte de la problemática, y con “pequeña”, me refiero sarcásticamente, a que hay más de 7,7 millones de personas que han salido de Venezuela buscando protección y una “vida mejor”. Muchos de esos exiliados, han sido acogidos en América Latina y el Caribe. Por otro lado, también están quienes han tenido la posibilidad de tener pasaporte en mano y han tenido la oportunidad de trasladarse a otros continentes, como puede ser Europa. La mayoría de las personas refugiadas y migrantes de Venezuela que llegan a países vecinos son familias con hijas e hijos, mujeres embarazadas, personas mayores y personas con discapacidad. Es decir, que huir con una mochila en mano y con lo poco que puedas llevarte, se convierte en un largo y duro camino.

En lo personal y profesional, me siento muy orgulloso de trabajar con muchos de esos refugiados, quienes son el ejemplo de resiliencia y a pesar, que han llegado en condiciones de vulnerabilidad, han sacado toda fuerza para recorrerse a pie o en bus, todo un continente, con el objetivo de trabajar de cualquier forma y poder alimentar a sus familias. Me siento orgulloso, no por mí, sino por la capacidad de superación y el incentivo de que sus familias tengan un techo y un trozo de pan que llevarse a la boca. Ayer no pude contener las emociones y acompañarlos en ese proceso, en el que pueden tener la oportunidad de volver a casa y sin miedo.

Ayer todo el mundo apoyó una vuelta a la democracia desde todos los rincones del mundo, que tristemente, los autodenominados pasivamente como «opresores», pusieron otra piedra más en el camino hacia la transición a una democracia real. Pero no contaban con que el mundo fuese consciente y estuviesen pendientes de esos resultados fraudulentos. Sabemos que han robado unas elecciones, pero también sabemos que hay más de 7,7 millones de refugiados, que huyen de un sistema autoritario, más los que han podido huir con todas las garantías de asentarse legalmente en un país extranjero.

El fraude electoral en Venezuela el 28 de julio de 2024 es un recordatorio doloroso de cómo un sistema autoritario puede manipular la voluntad del pueblo y perpetuar la opresión. A pesar de la esperanza mantenida por millones de venezolanos, tanto en el país como en el exilio, la falta de transparencia y las tácticas represivas del gobierno han dejado una vez más a la nación en manos de un liderazgo que ha llevado al país a la decadencia. Como expone el filósofo francés Michel Foucault, especialmente en sus conceptos de poder y biopolítica, proporciona un marco crucial para entender y enfrentar estas dinámicas de opresión. Foucault analiza cómo el poder no solo se ejerce de manera represiva, sino también, a través de la producción de discursos y prácticas que configuran la realidad y controlan a las personas. En Venezuela, el gobierno ha utilizado tácticas biopolíticas para controlar y manipular la vida de sus ciudadanos, desde la desinformación hasta la represión directa.

Según Focault, se puede asociar el éxodo masivo de esos más de 7,7 millones de venezolanos buscando refugio en otras partes del mundo, como una evidencia desgarradora de las consecuencias del régimen y que puede vincularse al concepto de «poder de resistencia», donde la verdad y la lucha por la dignidad se convierten en armas contra la opresión. El mundo ha observado y ha mostrado el apoyo por una Venezuela democrática. Por lo que el pueblo venezolano nos inspira a seguir luchando, a desafiar las estructuras de poder y a no bajar la cabeza cuando existen injusticias. Actualmente, estamos ante la continuación de una revolución contra la desinformación y favor de la verdad y de la dignidad humana. Como dijo Freddie Mercury, el espectáculo debe continuar.

Cristian Rodríguez Jiménez. Criminólogo. Analista en Terrorismo Internacional y Crimen Organizado

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