Por Alberto Francisco Garduño
Twitter: @albertofco9
Si bien mi pasión por la materias jurídico económicas es añeja, fueron las y los profesores de las materias penales de la Facultad de Derecho de la UNAM quienes ampliaron mi panorama para amar también el Derecho Penal; por ese motivo, en esta ocasión quiero aprovechar el espacio en La Querella Digital, para reconocer a uno de los maestros que influyó determinantemente en mi vocación por el derecho penal, el doctor Pedro Emiliano Hernández Gaona.
Fue hace más de diez años cuando cursé Derecho Procesal Penal con él, en el horario de 7 a 9 de la mañana, el Doctor siempre fue puntualísimo para comenzar a instalar su computadora y proyector que traía en una maleta de viaje; hasta ese momento ningún otro profesor con el que hubiera tomado clase había traído un proyector para exponer con diapositivas.
La Reforma constitucional penal de 2008 era reciente, la incertidumbre sobre cómo se implementaría era enorme, las propuestas abundaban. Pero, en la docencia y con la perspectiva que únicamente tiene alguien que fue investigador, juez y postulante, el doctor Hernández Gaona, organizó al grupo y a la par de darnos herramientas para comprender que ocurría con el proceso penal en México, nos dio un expediente, un asunto sobre una posible violación en contra de una menor de edad; asunto con el cual trabajamos durante todo el semestre hasta concluir en la Primera representación de un juicio oral en la Facultad de Derecho de la UNAM.
Clase a clase, cada uno de sus alumnos estuvimos formándonos y aprendiendo de los personajes que intervienen en el proceso penal. Hasta que el Doctor, conforme a nuestro desempeño y capacidades, nos asignó un rol definitivo y entonces, el juicio simulado maximizó la calidad del ejercicio; en consecuencia, el día de la presentación fue un enfrentamiento auténtico.
Considerando, el número de estudiantes y a fin de que todas y todos participáramos hubo dos presentaciones: una en el auditorio Ius Semper Loquitur y otra en el Aula Magna Jacinto Pallares, en esta última fue donde participé como defensor. Este ejercicio fue trascendente para mí porque me hizo darme cuenta, en primer lugar, de la importancia de ser un buen abogado penalista ya que las consecuencias de su desempeño profesional repercuten en los bienes jurídicos más preciados por el ser humano; se pueden anunciar millones de abogados penalistas, pero las personas siempre acudirán con los mejores.
Por esta razón, a unos días de su partida, no quiero dejar de reconocer a mi maestro, con quien hace poco menos de un año hablé porque me invitó a ser jurado en el Concurso de oratoria que organizaba anualmente y recordamos a nuestra entrañable amiga y maestra Doña Emma Mendoza Bremauntz.
Desde aquí mis condolencias a los jóvenes penalistas y colegas profesores, ejemplos de la formación que daba Don Pedro, Miguel Ángel Hernández Marquéz de la Mora (quien fuera presidente del tribunal en la representación de juicio donde yo participé) y Eder Gregorio Mendoza Peña, colaborador egregio del Doctor.
Descanse en paz, Don Pedro Emiliano Hernández Gaona.
Gracias por tomarte el tiempo de leer.
Lic. Alberto Francisco Garduño
Profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.