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Profesionalización con altos valores eticos y empatía. Para una efectiva justicia restaurativa. Parte I

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Esta columna tiene como finalidad, dar un panorama de lo que es nuestro servicio público en materia de impartición de justicia, en concreto a una posible solución bajo el esquema de justicia restaurativa, no sin antes acotar su aplicación en la comisión de delitos patrimoniales, hacer una reflexión, así como una crítica constructiva sobre la importancia de la profesionalización e intentar concientizar a los servidores públicos con altos valores éticos, logrando con recuperar la confianza de la sociedad.

Como sabemos, en los últimos años se ha tratado el tema de la profesionalización como un asunto de moda para las empresas e instituciones públicas. Sin embargo, no se le ha dado la importancia debida para lograr la eficacia y eficiencia en el servicio público. Porque solo se cree que es impartir un pequeño curso de unas horas a los operadores jurídicos y creemos que están capacitados y con la profesionalización suficiente.

Pero la realidad en muchas ocasiones y en las diversas instituciones es que esas capacitaciones se centran en solo temas de normatividad, de dogmática jurídica y de temas que están más que trillados y que los servidores no les dan la verdadera importancia. Aunado a no tener el tiempo necesario para la real y verdadera capacitación. Pues muchas veces los cursos se toman a medias, más si son en línea, se encuentran trabajando con sus excesivas cargas de trabajo y a la par medio escuchando la supuesta capacitación con la que deben cumplir y creen que, porque les entregan su constancia del curso, ya están cumpliendo con capacitar al personal.

Empero, no podemos tapar el sol con un dedo y pensar que todo es perfecto. Necesitamos que todos los que estamos en el servicio público cambiemos nuestra forma de pensar (nuestro chip) e iniciar a construir el verdadero cambio, iniciando por una evaluación constante apegada a la realidad y evaluar el comportamiento y actitud de manera rutinaria, desde de ser amable y empático con nuestros compañeros y con el público, fomentando un ambiente de cordialidad, respeto mutuo y paz. Porque eso puede transformar nuestras relaciones, nuestra sociedad en su conjunto, así como nuestra vida, nuestra salud y lograr una efectiva justicia restaurativa, rescatando así los valores éticos y la empatía que tanta falta nos hace en los diversos ámbitos de nuestra vida, como en la impartición de justicia.

Según Daniel Goleman, psicólogo y escritor estadounidense, “la empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de entender y compartir sus sentimientos, emociones y perspectivas y cuando somos capaces de ponernos en el lugar del otro, de entender sus emociones y perspectivas, creamos un ambiente de confianza y respeto mutuo. La empatía nos ayuda a establecer vínculos más sólidos y duraderos, ya que nos permite mostrar comprensión y apoyo hacia los demás, incluso en situaciones difíciles. La empatía nos permite escuchar activamente, prestar atención a las señales no verbales y responder de manera adecuada a las emociones de los demás. Esto no solo fortalece nuestras relaciones, sino que también nos ayuda a resolver conflictos de manera más constructiva y a evitar malentendidos”.

En ese tenor, esa evaluación constante de buen trato, respeto y empatía debe iniciar para los que están a cargo del personal, esto es, los mandos y/o encargados de las áreas. Ya que son quienes deben fomentar esa cultura de cordialidad, de empatía, de respeto y de confianza con sus subordinados, comprendiendo y conectando con los demás, poniéndose en su lugar y entendiendo sus emociones y necesidades. Y dejar de ser los tiranos, dictadores, déspotas que no respetan los derechos humanos de los trabajadores, como lo es sus horarios, condiciones laborales, etc. Dejándolos en estado de indefensión, provocando en ellos frustración, resentimiento y nulo sentido de pertenencia en las instituciones. Y el impacto de esto es el mal trato con su entorno. Derivado de situaciones que salen de control y se mantienen en el trabajo por cuestiones económicas, pero ya no por gusto.

Por ende, es necesario que se implemente una evaluación constante para la permanencia de los encargados en las áreas de trabajo, lo que los obligaría a ser as respetuosos, colaborativos, comprensivos, y empáticos.

Permitiendo con ello a establecer relaciones más sólidas entre todos los operadores jurídicos, sintiéndose más comprendidos, valorados y comprometidos a lograr los objetivos comunes en la institución donde laboren. Ya que buscaran soluciones que beneficien a todo el equipo, sintiendo una satisfacción de pertenencia de ser parte de un equipo de respeto, de colaboración, de valores y liderazgo. Entendiendo así el para que actuar con empatía.

Pero no basta con ser empáticos, es necesaria la PROFESIONALIZACIÓN para que las administraciones públicas den resultados, generen valor público a la sociedad y restablezcan la confianza ciudadana en los gobiernos.

Empero a ello es necesario dejar de seleccionar al personal en las Instituciones por nepotismo, por amistad, por compra de plazas, ya que es un significativo retroceso para una buena administración de justicia.

Debe existir una objetiva selección del personal de acuerdo con su preparación, experiencia, capacidades, aptitudes, actitudes, pero sobre todo con gran sentido de pertenencia, de liderazgo, con gran sentido de responsabilidad. En colación con la dotación de las herramientas necesarias para cada una de sus actividades. Ya que, si tenemos lo primero, pero no tiene los recursos humanos o materiales para emplear sus conocimientos, no será posible que se logren los objetivos eficientes y eficaces. Pues sabemos que, si se tiene un desempeño económico mediocre, también lo serán las administraciones públicas.

Pero, además, es fundamental, existan salarios justos de acuerdo con los trabajos y horarios, así como el reconocimiento al buen trabajo, ascensos conforme a la buena actitud, buenos resultados y aportaciones de mejora para la institución. Así como aumento de sueldos, prestaciones, etc. Lo que permitirá mayor competitividad y mejores resultados en la impartición de justicia y evitaría la corrupción como lo vemos en países de primer mundo.

Sin omitir mencionar que es importante la verdadera rendición de cuentas, y no solo es hablar de los recursos materiales o financieros, si no a rendir informes respecto a la productividad de los servidores públicos, logrando con ello compromiso, responsabilidad, cooperación entre todo un equipo de trabajo, además de una mejor distribución en las cargas de trabajo, logrando con ello un más equidad y mejor remuneración.

Pero ¿Qué es la profesionalización?

Nilsson, Henrik señala que “La Profesionalización es el proceso social por el cual se mejoran las habilidades de una persona para hacerla competitiva en términos de su profesión u oficio. Por la misma, cualquier comercio u ocupación en el mismo, se transforma en una verdadera profesión de la más alta integridad y competencia” la profesionalización es un proceso de transición hacia un “empleo público estable, planificado y bien calificado” (Sanginés y Strazza, 2016).

En ese sentido, el regular los procedimientos de selección, ingreso, formación, actualización, capacitación, permanencia, evaluación, reconocimiento, certificación y registro de los servidores públicos, es importante para aumentar los estándares de calidad del servicio público y la impartición de justicia.

Y conforme al artículo 109, fracción III si estos no se cumplieran, se aplicarán sanciones administrativas a los servidores públicos por los actos u omisiones que afecten la legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia que deban observar en el desempeño de sus empleos, cargos o comisiones. Y con todo lo antes señalado, podemos lograr una efectiva JUSTICIA RESTAURATIVA.

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