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García Luna entregó datos de la DEA y equipos de espionaje a los Beltrán Leyva, revelan en juicio

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Reuters

Por: Arturo Angel

Brooklyn, NY.- Durante la administración del expresidente Felipe Calderón, cuando México y Estados Unidos pagaban con millones de dólares y miles de vidas la llamada lucha contra el narcotráfico, los más altos mandos de la Policía Federal entregaban información clave y hasta equipos de espionaje al cártel de los Beltrán Leyva.

Así lo reveló en una declaración jurada ante una corte Criminal de los Estados Unidos, Sergio Villarreal Barragán alias “El Grande”, uno de los principales operadores y mano derecha de los hermanos Beltrán Leyva, a su vez aliados y luego enemigos del Cártel de Sinaloa.

De acuerdo con Villarreal, quien compareció como primer testigo de la fiscalía en el juicio que se sigue en contra de García Luna, la colaboración de este con el crimen organizado que inició cuando era director de la AFI no solo continuó cuando lo nombraron secretario de Seguridad Pública federal en 2006, sino que incluso se fortaleció.

Con ello el Cártel de Sinaloa, y notoriamente la fracción de los Beltrán Leyva, ampliaron su presencia territorial a casi todo el país, a su vez que controlaron mayores rutas para el transporte de droga, pues la Policía Federal tenía a su cargo la vigilancia de todas las vías federales.

Pero eso no fue todo. Dado que la Policía Federal con García Luna al frente evolucionó de ser una simple corporación preventiva hasta convertirse en una con divisiones de investigación, narcóticos, inteligencia y contrainteligencia, la calidad de la información que se entregaba a los criminales mejoró considerablemente.

En especial, señaló Villarreal, resultaban útiles los datos que los federales les compartían sobre labores de investigación y seguimiento de la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos, conocida por sus siglas en inglés, como DEA.

Y dio ejemplos. Uno de ellos cuando un familiar suyo, concretamente su cuñado de apellido Pineda Villa, iba a viajar desde Laredo, Estados Unidos, para verlo. Pero “El Grande” canceló el encuentro luego de que Cárdenas Palomino le dijo que esta persona traía un seguimiento especial de la DEA.

Otro caso fue cuando Edgar Valdez Villarreal alias “La Barbie”, jefe de sicarios de Beltrán Leyva, estaba por casarse en Acapulco, Guerrero. El lugar y la fiesta estaban listos. Pero de última hora les notificaron que el inmueble había sido identificado con datos compartidos por la referida agencia y sería intervenido en un operativo.

“No se canceló la fiesta, pero al final ya nadie fue a la boda… ni la Barbie. Y sí intervinieron el sitio, pero ya no encontraron nada”, recordó Villarreal Barragán.

El contacto israelí y los 200 millones

El Grande narró ante el jurado que en el gobierno de Calderón la gente de García Luna también apoyó al Cártel de Sinaloa en cuanto al acceso a tecnologías de intervención de comunicaciones privadas, videovigilancia, espionaje y similares. Literalmente el acceso a equipos y tecnologías muy similares a las que contaban las autoridades mexicanas.

El contacto fue con un representante israelita en la Ciudad de México, cuyo nombre no fue revelado por el testigo. Los datos para acceder a esta persona fueron facilitados por el propio Cárdenas Palomino y siguiendo las instrucciones que le dio Genaro García Luna.

“Yo llegué a recoger estos equipos en unas oficinas un par de veces en Insurgentes. Eran equipos muy sofisticados. Había bloqueadores de llamadas, cámaras de varios tipos, equipos de intercepción de señales, otros equipos de contrainteligencia, es decir varias cosas”, declaró “El Grande”.

A cambio de todos estos favores, el Cártel de Sinaloa continuó entregando sobornos mensuales a García Luna que fueron creciendo de un millón hasta tres millones de dólares. Esto aprovechando que las ganancias del grupo criminal habían crecido significativamente a lo largo de la primera década de este siglo.

La ruptura que luego ocurrió entre la organización de los hermanos Beltrán Leyva con el resto de la estructura del Cártel de Sinaloa liderada por El Mayo y El Chapo complicó la colaboración. Aunque Arturo Beltrán Leyva le siguió pagando puntualmente, El Grande dijo que la Policía Federal se había dividido en dos, y que había comandantes leales a las distintas facciones.

El propio Beltrán se molestó con Genaro García Luna cuando este le dijo que él prefería no meterse en el pleito interno del cártel. En una supuesta represalia sus sicarios interceptaron y secuestraron por varias horas al exfuncionario cuando transitaba por una carretera en Morelos. “Esto fue para que veas que para mí no hay nada imposible”, le advirtió.

En la declaración jurada ante la Corte, “El Grande” sostiene que los sobornos económicos de Arturo Beltrán hacia García Luna continuaron hasta que este fue abatido en un enfrentamiento con la Marina en diciembre de 2009. De acuerdo con las estimaciones hechas ayer en la Corte fueron casi 250 millones de dólares los que pagó el crimen organizado al exsecretario de Seguridad Pública federal.

Falla segundo testigo vs García Luna

Aunque no aportó otras pruebas que sustenten sus dichos, Villarreal Barragán sí logró sostener sus dichos sin caer en contradicciones notorias cuando toco el turno de los abogados de la defensa de interrogarlo. Con respuestas cortas, sin explicaciones largas, el capo fue sorteando los cuestionamientos.

Incluso, Barragán y los fiscales contraatacaron a la defensa cuando esta quiso establecer la idea de que “El Grande” buscaba beneficios legales. Aclararon que Villarreal no está en la cárcel, que ya cumplió su sentencia, que su esposa e hijos son ciudadanos norteamericanos y que, por el contrario, él tiene todas las de perder si se prestara a declarar mentiras en la Corte.

Pero la suerte para la Fiscalía fue diametralmente opuesta con su segundo testigo, un antiguo narcotraficante llamado Tirso Martínez Sánchez alias “El Futbolista”, quien de 1994 a 2003 trabajó para los cárteles de Sinaloa y Juárez, primero traficando primero drogas al menudeo en Los Ángeles, pero después grandes cargamentos con trenes hacia capitales como Nueva York y Washington.

El problema es que luego de ser cuestionado ayer durante hora y media por los fiscales, los dichos de esta persona prueban que él se dedicó al tráfico de drogas principalmente en la década d ellos 90 y hasta antes 2001. Un periodo que poco o nada tiene que ver con la acusación de García Luna, al que se responsabiliza de colaborar con el crimen organizado de 2001 en adelante.

Es por ello que, luego de que el juez decretara el receso de la audiencia para ser reanudada hoy, los abogados defensores promovieron una solicitud y recurso ante el juez Brian Cogan para que dicha persona fuera removida de la lista de testigos, por considerar insustanciales sus dichos para este caso en específico.

En respuesta, el fiscal intentó señalar que dicha persona (El futbolista) es un individuo que conoció a otras dos personas de nombre Jorge y Anselmo que, a su vez, supuestamente le prometieron apoyos de agentes federales que estaban al mando de García Luna. La explicación no convenció a los abogados defensores quienes sostuvieron que eran meros dichos circunstanciales y que las actividades del testigo en realidad se centraron en un periodo fuera del caso.

Cogan determinó ayer por la noche que la moción presentada por la defensa es procedente y que seguir interrogando a este testigo por hechos que terceros le contaron, pero que no están ni plenamente identificados, es meramente circunstancial y una pérdida de tiempo para el jurado. Por esta razón la fiscalía tendrá que avanzar hacia su tercer testigo.

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