Por: Arturo Ángel
Brooklyn, NY.- A las 2:31 de la tarde las pantallas de los teléfonos celulares de los periodistas que esperaban en la sala de prensa se iluminaron. “Veredicto” era la única palabra escrita en el cuerpo del correo electrónico enviado por el vocero de la fiscalía. No hacía falta que dijera más. La señal era clara: el jurado a cargo del proceso tenía ya su decisión.
Quince minutos más tarde el auxiliar de sala recogió la papeleta que le entregó la jurado número 1 y lo llevó al estrado del juez Brian Cogan. “¿Entiendo que su decisión es unánime?”, les preguntó y la jurado asintió.
El otrora poderoso secretario de Seguridad Pública Federal de México, el “super-policía” como le llegaron a llamar amigos, políticos y periodistas que por años presumieron sus logros y admiración, esperaba con la cara enrojecida. Lo que su rostro adusto y mirada fija intentaba ocultar, lo evidenciaba su piel encendida. Algo andaba mal.
Del otro lado de las pequeñas puertas de madera, en la segunda banca del área del público aguardaban su esposa Cristina, y sus hijos Genaro y Luna. Sus miradas y rostros más apagados que tensos, mas llenos de desilusión que de expectativa, también evidenciaban el inminente desenlace.
No por ello dejó de ser sorprendente. Aunque la estadística dictaba que en 9 de cada 10 casos los jurados emiten dictámenes de culpabilidad, en la Corte había quedado la duda de si las pruebas aportadas por los fiscales sustentadas en dichos de criminales de alto nivel, pero sin evidencia física que los respaldase, sería suficiente.
Lo fue y con creces. Tras 16 horas de deliberación los 12 jurados decidieron de forma unánime que el exfuncionario mexicano era culpable de todos los delitos con sus agravantes. “Más allá de cualquier duda razonable”. Los jurados determinaron que García Luna era culpable de conspirar para distribuir cocaína a nivel internacional; de conspirar para poseer y distribuir cocaína; de conspirar para importar cocaína; de pertenecer a una empresa criminal continua; y de emitir declaraciones falsas.
En síntesis y términos llanos: que el exfuncionario mexicano era responsable de haber colaborado con el Cártel de Sinaloa para introducir cientos de toneladas de cocaína a los Estados Unidos a cambio de millones de dólares en sobornos. Un “operador clave y estratégico” de dicha organización criminal y pieza fundamental para su crecimiento, como lo repitieron en varias ocasiones los fiscales a lo largo de las cinco semanas que duró el juicio.
“García Luna, quien una vez estuvo en la cúspide de las fuerzas de la ley en México, ahora pasará el resto de sus días habiéndose revelado como un traidor a su país y a los miembros honestos de las fuerzas del orden que arriesgaron sus vidas para desmantelar a los cárteles”, señalaría minutos después del veredicto el Departamento de Justicia de los Estados Unidos en un extenso y duro comunicado.
Tras leer el veredicto y establecer un calendario para lo que viene, el juez Cogan despidió a las 7 mujeres y 5 hombres del jurado agradeciéndoles lo que consideró es una de las tareas más difíciles que enfrentar alguien: la de definir el destino de vida de una persona. No era para menos. Uno de los integrantes del jurado, un hombre de unos 30 años de edad, sollozaba y las lágrimas se le escapaban en un reflejo inequívoco de lo que para ellos representó la misión que acababan de dar por cerrada.
Los alguaciles se colocaron a los costados de García Luna para sacarlo de la sala. El momento fue aprovechado por el exfuncionario para dirigirse a su familia y ponerse la mano en el pecho por unos segundos con ese gesto, ya característico, con el saludaba o se despedía de su familia. Esta vez fue por un tiempo más prolongado. Casi en correspondencia con las manos entrelazadas con las que estuvieron Cristina y su hija durante toda la audiencia.
El otrora “super policía”, ahora condenado por narcotráfico y acusado de traidor por los que alguna vez consideró a sus aliados, fue conducido de nuevo a su celda. Una en la que tal vez pasará el resto de sus días.
(Revisa a continuación las papeletas en las que el jurado asentó el veredicto)
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En junio, posible cadena perpetua
El 27 de junio, a las 11 de la mañana, se llevará a cabo la audiencia en la que el juez Brian Cogan determinará que sentencia aplica a García Luna por todos los cargos por los cuales fue encontrado culpable. De acuerdo con el Departamento de Justicia, la condena mínima sería de 20 años de prisión y la máxima cárcel de por vida.
En la Corte se mencionó, extraoficialmente, que por el rango jerárquico que ostentaba García Luna en las fuerzas del orden y en la estructura criminal del Cártel de Sinaloa, difícilmente se le aplicará una condena que no sea la de cadena perpetua.
Aun así, el juez tendrá que hacer una revisión cuidadosa de la posible sentencia y de las consideraciones que, para tal efecto, envíen tanto los abogados de la defensa, así como el equipo de la fiscalía. De entrada, se dio un plazo de 45 días a los abogados para preparar algunas mociones.
Al salir ayer de la corte de Brooklyn el abogado defensor Cesar de Castro adelantó que una vez que el juez Cogan imponga la sentencia procederán a presentar una apelación formal en contra del juicio y su resolución para que sea revisado por un juez de rango superior. “Obviamente estamos decepcionados por este desenlace, pero continuaremos adelante”, indicó.
Lo que sigue para García Luna… y su familia
El juicio por narcotráfico abierto en Nueva York en contra de García Luna llegó a su fin, mas no las cuentas pendientes que tiene con la justicia. En una corte de Florida el exfuncionario, su esposa y otros familiares enfrentan una demanda civil por un presunto enriquecimiento ilícito que podría derivar en nuevos cargos y la pérdida de diversas propiedades.
Dicho procedimiento es impulsado por el Gobierno de México que, a través de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda, acusa al exfuncionario de haberse hecho de propiedades y negocios como resultado directo de posibles hechos de corrupción que derivaron en el desvío de más de 700 millones de dólares del erario.
En específico los malos manejos estarían vinculados con una serie de contratos en los que García Luna maniobró para favorecer intereses personales. Esto con el apoyo de las empresas de la familia Weinberg que también se habrían visto favorecidos con estos procedimientos.
Por otro lado, en México García Luna tiene procesos penales abiertos o investigaciones en curso que están lejos de resolverse. La Fiscalía General de la República dijo contar con dos órdenes de aprehensión en su contra por hechos derivados del operativo Rápido y Furioso y los contratos en su administración. Y justamente hay una investigación en curso por hechos de corrupción.
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