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11S: UN ANÁLISIS DESDE EL RECUERDO A LAS VÍCTIMAS

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Por Cristian Rodríguez Jiménez

Hace 21 años que occidente recibió el mayor acto terrorista de todos los tiempos. Este evento generó un paradigma o, mejor dicho, un escenario que no estaba calculado en ningún pensamiento de la mente humana de ese momento. Se cuantifican 2996 muertes donde se incluyen a los 19 autores de los hechos. Pero sin olvidarnos de los más de 25.000 heridos.

La autoría se la adjudicó Al Qaeda, la cual estaba liderada por Osaba Bin Laden y Ayman al-Zawahiri, entre otros líderes fundamentalistas del momento. Pero ¿Cuál fue el motivo para organizar un atentado tan bien orquestado? Según varios analistas, la motivación se encuentra en un fatwa -es un pronunciamiento legal en el Islam-, donde justifican el apoyo militar de Estados Unidos a Israel; la ocupación militar de la península arábiga por Estados Unidos y la agresión estadounidense contra el pueblo de Irak.

Pero no quedó solo el ataque al emblemático World Trade Center el 11 de septiembre de 2001. El plan original consistía en secuestrar 12 aviones para atacar las torres gemelas, el Empire State Building, el Pentagono, La Prudential Tower, la Casa Blanca, la torre Sears, la U.S. Bank Towe, la Pirámide Transamericana y el Columbia Center. Pero debido a la gran cantidad de objetivos, redujeron la lista a cinco edificios para asegurar el éxito -y tanto que lo consiguieron-.

Es decir, redujeron el número de objetivos a las dos Torres Gemelas -que representaban la economía capitalista estadounidense y ya habían sufrido un atentado en 1993-; el Pentágono -que representaba el poder militar-; el Capitolio -que representaba el poder legislativo- y la Casa Blanca -que representa el poder ejecutivo-. Sin embargo, el quinto avión nunca fue secuestrado porque el piloto suicida que lo iba a dirigir (Zacarias Moussaoui) fue detenido fortuitamente por el FBI el 16 de agosto de 2001 por cargos de inmigración irregular.

Al llegar la fecha de los atentados, cuatro aviones que salían de diferentes aeropuertos, es decir, del Aeropuerto Internacional Logan de Boston, el Aeropuerto Internacional Washington-Dulles y el Aeropuerto Internacional Libertad de Newark con dirección a California, pero se desviaron hasta las Torres Gemelas del World Trade Center en la ciudad de Nueva York en Manhattan, el tercero contra el Pentágono, en el Condado de Arlington, cerca de Washington D.C., y el cuarto en un campo abierto en Shanksville (Pensilvania).

Como indicaba al inicio de este artículo, este atentado marcó un avance en materia de seguridad internacional al mostrarnos lo fácil que puede llegar a ser vulnerar nuestras barreras y derechos si no las tenemos protegidas. Por lo que nos ha llevado a estar continuamente a la cola de sus ataques, ya que casi siempre han ido por delante de nosotros.

No con este párrafo quiero desmerecer los esfuerzos que hace los diferentes cuerpos de policía, analistas de inteligencia y actores sociales, ya que el trabajo ha sido principalmente el analizar datos y patrones conductuales para realizar una gran labor de inteligencia. Pero como indicaba, siempre han llegado a sorprendernos y hacernos el mayor daño irreparable, que son las vidas humanas.

Se han metido hasta el interior de nuestras casas, sin saber como lo han hecho. Han radicalizado a muchos jóvenes vulnerables para que sean sus soldados o como se autodenominan, «muyahidínes». Es decir, quienes realizan un sacrificio espiritual como un esfuerzo militar. En cambio, en occidente los denominamos combatientes en la «guerra santa». Pero ni es guerra, ni es santa. Son terroristas que buscan generar el terror mediante asesinatos múltiples. No dejan de ser más que asesinos en masa.

Se les debe reconocer el trabajo de inteligencia que han realizado para captar, radicalizar, organizar y perpetrar los actos terroristas. Pero por suerte, cada país e incluyendo a Naciones Unidas, se están organizando y desarrollando diferentes estrategias preventivas y de actuación en los posibles escenarios. Los cuales, buscan reducir el impacto de un ataque en medio de una vía transitada. En España y desde los ataques en Ramblas y Cambrils, se encuentra en Nivel de Alerta Antiterrorista 4. El resto de país de la Unión Europea tampoco se han quedado atrás, otorgándole a su Policía la preparación, formación y entrega de rifles de asalto para abatir a cualquier radicalizado.

Por otro lado, desde diferentes asociaciones buscan ofrecer escucha y ayuda social a los diferentes individuos que tienen una alta probabilidad de ser radicalizados por un imám. Es decir, que tratan que sea el primer escalón antes de involucrar a los cuerpos policiales, debido a que la presencia de estos pueden ser un incentivo en su proceso de radicalización violenta. Este tipo de actuación social es conocida como prevención primaria.

Sin embargo, durante la década pasada han sido muchos radicalizados que han viajado a Oriente Medio para combatir en los diferentes frentes. No obstante, no todos los que se han desplazado son de origen árabe, ni mucho menos, musulmanes. Tenemos otro de los frentes abiertos que son los combatientes terroristas extranjeros, que tarde o tempranos volverán a sus países de origen.

Lo cual, genera una cuestión que alarma a todos los servicios de inteligencia y seguridad internacional ¿Con que grado de radicalización serán repatriados? Sabemos que tarde o temprano volverán y serán puestos ante la justicia, pero no sabemos hasta que punto esas personas pueden estar sometidas a un extremismo inquebrantable. Del mismo modo, tampoco podemos tenerlos toda su vida encerrados, ya que vulnera los derechos humanos y por ello, el poder legislativo, judicial y ejecutivo tendrían que cambiar más de una Carta Magna.

Sin embargo, este evento con los combatientes terroristas extranjeros generó un gran debate en las Naciones Unidas. En respuesta a la evolución del fenómeno de los combatientes terroristas extranjeros, las resoluciones del Consejo de Seguridad 2178 (2014) y 2396 (2017) establecieron y reforzaron las obligaciones internacionales relativas a la seguridad de las fronteras y el intercambio de información, incluida la utilización del registro de nombres de los pasajeros (PNR) y la información anticipada sobre los pasajeros (API), los datos biométricos y las listas de vigilancia.

En la resolución 2396 (2017) se pide además que se fortalezca la asistencia judicial y se apliquen estrategias adecuadas de enjuiciamiento, así como de rehabilitación y reincorporación de los combatientes terroristas extranjeros y los familiares que los acompañan. Los Principios Rectores de Madrid de 2015 y su Adición de 2018 también proporcionan orientación adicional sobre la cuestión de los combatientes terroristas extranjeros.

Con el fin de apoyar a los Estados Miembros en sus iniciativas, la Oficina de las Naciones Unidas de Lucha contra el Terrorismo (OLCT) está implementando proyectos destinados a aumentar la capacidad de los Estados para determinar, rastrear e interrumpir la movilidad de los combatientes terroristas extranjeros mediante un mejor intercambio de información, y fortalecer sus capacidades en Internet con a fin de realizar investigaciones relacionadas con los combatientes terroristas extranjeros.

La Oficina también asiste a los Estados Miembros en el trato basado en los derechos humanos para los niños asociados a los combatientes terroristas extranjeros. Además, los programas y proyectos sobre la seguridad y la gestión de las fronteras, API y PNR, la lucha contra la financiación del terrorismo y la ciberseguridad abordan la evolución del fenómeno de los combatientes terroristas extranjeros. De igual forma, la Oficina coordina el plan de creación de capacidad de las Naciones Unidas para contrarrestar el desplazamiento de combatientes terroristas extranjeros.

Pues estos últimos cuatro párrafos con las diferentes resoluciones está sacado de la página web de las Naciones Unidas. Lo cual, queda muy bien en el papel -o en la pantalla- pero no fue hasta 2017 que llegaron a un consenso para intercambiar información sobre posibles pasajeros que puedan convertirse en amenazas. Lo cual, me hace ir al porque de este artículo que son los atentados del 11 de septiembre de 2001 y sus miles de víctimas. Por lo que yo me pregunto ¿Solo han sido necesarios 16 años para que intercambiemos datos relevantes para la seguridad internacional?

Otro de los muchos interrogantes que veo en este 2022 -que no son pocos y todavía no hemos acabado el año-, es que hace unos meses acabaron con la vida del líder de Al Qaeda, Ayman al-Zawahiri. Donde fue asesinado por los estadounidenses en terreno afgano, exactamente en su domicilio. Sabiendo un poco del modus operandi aplicado al radicalismo, al-Zawahiri va a ser recordado como un mártir en la lucha interminable que ha sido creada por unos radicales fundamentalistas. Ahora toca saber cual va a ser el siguiente movimiento de Al Qaeda contra occidente.

Pero, en este momento como ciudadanos, tan solo podemos honrar y recordar a las múltiples víctimas mortales generadas por el terrorismo. Sin olvidarnos de los que han recibido daño físico o psicológico e incluso, de sus familiares y amigos. Del mismo modo, tampoco debemos olvidar a todas las personas que han ayudado sabiendo o sin saber actuar en un acto tan indeseable para la vida humana. Para concluir, no debemos dejar que queden nunca en el olvido, porque si lo hacemos, el terrorismo habrá ganado.


Cristian Rodríguez Jiménez

Criminólogo. Analista en conducta criminal y terrorismo. Subdelegado de CISEG en Chile.

Twitter: @crodriguez1888