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AGRESIONES SEXUALES GRUPALES: MULTIPLICIDAD DE VICTIMARIOS, MULTIPLICIDAD DE FACTORES

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Por Ariana C. Mondragón

Los delitos de agresiones sexuales son una problemática preocupante en nuestra sociedad actual y despiertan muchos interrogantes.

Como ciudadanos nos preguntamos sobre la posibilidad de prevenir los mismos y cómo podemos protegernos y proteger a nuestros pares de ser víctimas de éstos.

Para los expertices intervinientes en estudiar y accionar sobre estos casos, las agresiones sexuales también configuran un interrogante que se presenta como un desafío que se debe abordar. Para que esto sea posible, es importante contar con la presencia del Estado y sus elementos de seguridad, tanto en los niveles académicos como prácticos con el objetivo de alcanzar el desarrollo de políticas que contemplen la importancia de los mismos.

Muchos son los hechos que encontramos en las noticias y aparece la figura del victimario como amenazante y riesgosa para hombres, mujeres y niños, pero ¿qué ocurre cuando en este tipo de delitos, son más de uno los atacantes? Las llamadas “violaciones en grupo” o “violaciones en manada”, no son ajenas a la casuística actual y despiertan preguntas como: ¿Son obra de un sujeto con perturbaciones o las perturbaciones son compartidas?, ¿Cómo se realiza un abordaje sobre todos los autores?, ¿Hay pautas de profilaxis posible?, ¿Es un fenómeno social, una patología colectiva?

La realidad es que se trata de un tipo de agresión muy poco investigado y que requiere de un método de estudio que tome en cuenta la cantidad y complejidad de variables que intervienen como causas. Además, es imprescindible considerar un dato importante como las estadísticas con las que se dispone, ya que se trata de un hecho que representa una conmoción grave para las víctimas con secuelas, que muchas de las veces impiden iniciar el proceso de la denuncia.

Según reportan algunos datos publicados, de todas las agresiones sexuales registradas, en promedio, entre el 10 y 33% se compone de agresiones en grupo; implicando esto la participación de dos o más victimarios.

En los años 2013 y 2018, los autores Harkin, Dixon y Da Silva entre otros; han desarrollado lo que se denomina “Modelo MPSO” (Teoría Multifactorial de Agresores Sexuales en Grupo), la cual toma como referencia tres grupos de variables que propiciarán la aparición de una agresión sexual en grupo: factores individuales, socio-culturales y situacionales.

Es necesario destacar que, mediante estas investigaciones, se ha concluido que es dudoso la posibilidad de presencia de personalidad patológica o trastornos mentales en los participantes de este tipo de delitos, a diferencia de delincuentes sexuales individuales; siendo principal los roles y dinámicas de grupo desarrollados.

Entre otras afirmaciones relevantes, encontramos que no es la motivación sexual el disparador de este tipo de hechos, si no más bien, la obtención de diversión de los miembros del grupo y el fortalecimiento de la autoestima grupal.

Tal como se puede distinguir en todas las conformaciones grupales, encontramos como elemento la figura de un líder que sería quien mediante su comportamiento alienta a sus pares a cometer dichas conductas; siendo éste quien generalmente se encarga de “captar” a la víctima y de dar inicio al acto de agresión sexual.

Continuando en la línea de análisis de diferentes grupos de personas que se unen con objetivos en común, puede decirse que es más común observar el concepto de la “cultura de violación” en fraternidades universitarias, equipos deportivos y soldados en la guerra.

Haciendo referencia a las múltiples variables mencionadas anteriormente que interactúan en estos delitos, resulta de interés para la psicología forense y la perfilación criminal, entrar en detalle sobre lo que ocurre con las cogniciones que están presentes en estos sujetos. En el año 2008, los autores Sykes y Marza hablaron sobre un “proceso de neutralización” mediante el cual los victimarios anulan todo tipo de juicio externo, validando así sus propias cogniciones y justificando sus hechos. A través de esta “neutralización” se desligan de la culpa de sus acciones interpretando y reformulando los hechos, trasladando la misma hacia la víctima.

“Las investigaciones han encontrado que la culpabilización de la víctima es un fenómeno que se observa constantemente dentro de escenarios de violación (Grubb y Turner, 2012). La forma en la que se culpa a la víctima se puede subdividir en dos tipologías (por ejemplo, Morgan et al., 2012): la culpa “caracterológica”, que se atribuye a factores estáticos como la personalidad, y “de comportamiento”, que se asigna a variables dinámicas como la forma en la que responde e interactúa la víctima.

En un estudio sobre condenados por agresión sexual en grupo (Da Silva et al., 2018), el 48% de los sujetos culpaba a la víctima del suceso. Además, se ha identificado que la atribución de culpa es mayor, incluso, cuanto menor es la resistencia de la víctima (Morgan et al., 2012) razonando que si la mujer no se resiste o no se opone de manera eficaz es porque quiere tener esa relación sexual (Weis, 2009)”.


Ariana C. Mondragón

Lic. En Psicología, Diplomada en Psicología Forense, Diplomada en prevención de Conductas Antisociales y Delictivas, Perfilación criminal.