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LA CRIMINALÍSTICA Y LAS REDES SOCIALES

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Por Anselmo Apodaca Sánchez
@apodacar84

En 2009 existió un registro de 50 millones de internautas al día en el mundo, esto confirmaba la notoriedad de un nuevo sistema de relación y comunicación a nivel personal y profesional, en este 2022, un informe señala que “el número de usuarios de internet en el mundo alcanzó los 4,950 millones de personas, lo que representa al 62,5% de la población mundial (7.910 millones de personas) “.

La proporción actual de internautas nos concede dimensionar la forma de comunicarnos y expresar nuestras ideas en alguna red social, que, para efecto de nuestro país en un estudio reciente, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) tomó como base, la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), señalando que 84 millones de personas son usuarios activos en internet.

Entre los dos grupos más destacados y con mayor participación, se encuentran los que están en el rango de los 18 a 24 años y los de 25 a 34 años, siendo un Smartphone el equipo de elección para este enlace, ocupando como primer lugar -obviamente- un porcentaje muy alto (93.8%), para “comunicarse vía telefónica”, sin embargo, entre las trece opciones de la encuesta sobre el tipo de uso, el “acceso a las redes sociales” ocupa el tercer lugar con un 89%, inmediatamente por abajo del rubro ”buscar información” con el 91%. Esto analizado fría y objetivamente, admite la dependencia que presenta nuestra población hacia las comunicaciones por el ciberespacio sin lugar a duda.

Este breve análisis del uso de las redes sociales muestra que el principal objeto es estar informado minuto a minuto, pero ¿qué sucede? cuándo surgen los fenómenos comunicativos y un caso se vuelve de alto impacto social; recordando, el 22 de marzo de 2010, se hizo viral como nunca en las redes sociales, el caso de la desaparición de una niña llamada Paulette Gebara, realmente las redes sociales se vieron inundadas con una gran información del caso y precisamente fuimos testigos del gran poder de dicha difusión que llegó a paralizar las actividades en varios sectores del país.

La población estuvo pendiente de todos los comunicados alusivos al caso, ¿qué fue lo que experimentamos? Cronológicamente, en la primera fase de reacción social: Primero la preocupación general, la indignación de lo sucedido, el reclamo de la inseguridad, caso curioso, personas de Sonora o Yucatán, tenían los mismos sentimientos encontrados que los vecinos de la Familia Gebara Farah en el estado de México y por último aparecieron los primeros reclamos; en la segunda fase de reacción social: la exigencia de encontrar al culpable, una marcha social en repudio a la inseguridad y al manejo de las instituciones, los adjetivos fueron escalando desde llamar a las autoridades ineptas, hasta corruptas por su comportamiento al cerrarse a la comunicación con los medios y revelar datos con incertidumbre en diferentes conferencias, de ahí, se continuó con el linchamiento en redes sociales (que fue tendencia durante nueve días) hasta la remoción del fiscal de la época; recientemente este caso volvió a ser tendencia con una serie televisiva.

Este asunto en específico tuvo un error de origen, si utilizamos el sentido común de un experto en investigación, ya que no es el mismo el utilizado por personas de la sociedad no expertas en el tema, solo hay que recordar que esta investigación inició con la denuncia de un secuestro y si a esto le sumamos a un servidor público (ministerio público, policía o perito) con mucha carga de trabajo, con un oficio de intervención por secuestro, situación que propicia una idea preconcebida antes de llegar al lugar, con mucha experiencia, pero impaciente por obtener un resultado inmediato y en algunos casos histrionismo y/o protagonismo.

En consecuencia, lo último que iba a hacer es revisar al interior del domicilio, en donde siempre estuvo la niña, a esto le agrego más tópicos, generalmente en este tipo de delitos entre las primeras 48 a 72 horas de haberse cometido, se inician las primeras llamadas de negociación y aquí no ocurrió ni se cambió la estrategia de investigación, las redes sociales incendiaron el momento y esto provocó, como todo caso de alto impacto, que la presión al interior de la institución los llevara a dar conferencias de prensa innecesarias y por ende con suposiciones o declaraciones sin sustento solo para salir adelante con un supuesto tanque de oxígeno.

Asimismo esto provocó que autoridades de alto nivel se presentaran en el lugar de la investigación, incluso para hacer reconstrucción del hecho o investigaciones propias, sabiendo que no iban a firmar ninguna consignación (anterior sistema penal), informe policial o dictamen pericial; fin de la historia, en la mayoría de casos de este tipo los fiscales se exponen y se convierten en el fusible que resista toda la descarga o el fusible quemado que hay que reemplazar según esté de ánimo la sociedad en las redes sociales y los niveles que alcance la tendencia.

Otra ventaja o desventaja, según sea el caso, es que toda la información sucede en tiempo real y el día de hoy expresar un ideal, un sentimiento o sencillamente el estado de ánimo, se transmite como algo muy respetable y con libertad de quien guste consumir ese contenido, el lado peligroso y de gran riesgo es cuando se vierten, en muchas ocasiones, opiniones no especializadas, incluso por lideres de opinión en redes sociales, con aseveraciones científico técnicas o simplemente se utilizan las frases como: “es lógico que…”, aunque la lógica no es igual ni se aplica en todos de la misma forma, “por sentido común…” cuando el más común de los sentidos debería ser este, “yo lo hubiera investigado as텔 cuando a esta actividad no se dedican y aquí es cuando se incurre en aportaciones irresponsables y con efectos colaterales importantes.

Por lo tanto, existen diversas motivaciones para tener una cuenta en las redes sociales como Facebook o Twitter y han sido señaladas en otras ocasiones: “… ser visibles ante los demás, reafirmar la identidad ante el grupo, estar conectados a los amigos. En las redes sociales se vuelcan las emociones, con la protección que ofrece la pantalla y se comparte el tiempo libre por medio de la localización de personas, del chat, del envío de mensajes o del intercambio de fotos y vídeos. Hay personas que pueden incluso creerse populares porque tienen listas de amigos en las redes sociales…¨.

En personas vulnerables existe el riesgo, al consumir cierta información, de comprar una idea, que para ellas es creíble porque lo mencionó el líder de opinión de su elección, crearse una identidad ficticia, de engaño, autoengaño o fantasía. Sin embargo, hay quien no distingue entre lo íntimo, lo público y lo privado, que puede favorecer el mal uso de información privada por parte de personas desconocidas, recordando que el adicto a las redes sociales experimenta los beneficios de la gratificación inmediata, pero no repara en las posibles consecuencias negativas a largo plazo.

El abuso de las redes sociales es un fenómeno preocupante en algunos casos y lo pongo a consideración, por lo observado en días recientes en el lamentable “Caso Debanhi”, una investigación que debió iniciarse como feminicidio (hasta confirmarlo o descartarlo) en donde está sucediendo el mismo fenómeno del 2010 con el tema comentado; como sociedad, creo, que debemos conducirnos de forma adecuada y darnos un tiempo de análisis para consumir la información que sea de nuestro interés, por lo que sugiero que para participar hay que conocer: el lugar de los hechos o del hallazgo, conocer la carpeta de investigación con la serie completa de dictámenes periciales, la investigación policial, porque se cae en un alto riesgo, que las especulaciones se conviertan en un guion de novela y no en una investigación científico técnica.

Pero supongamos que, ya se cuenta con toda la información, ¿se está en condiciones de interpretar todo ese universo de datos y así poder opinar?, esta regla nos permite brindar un voto de confianza a las instituciones, mismas que están conscientes del escrutinio externo, incluso, de la participación de alguna instancia nacional o internacional que se presente -por petición- como observadora, posterior a la presentación de los resultados. La Criminalística y las redes sociales difícilmente van a coincidir, la primera consume y se alimenta de evidencia analizada y probada y las segundas, cuando no son serias, se nutren de datos subjetivos, lluvia de ideas y ocurrencias, con grandes efectos atomizados que enturbian a la opinión pública.

Por ende, la información va viajando y robusteciéndose cada vez más conforme van saliendo más datos y aportaciones, sin embargo, cuando la institución llega al final de la investigación y presenta el resultado final de la investigación integral, las expectativas de la sociedad en estas redes, generalmente no se cubren, se percibe una sensación de decepción por que el resultado esperado viene viajando en una construcción sin metodología ni conocimiento y este ya fue comprado y adquirido en varios sectores, es aquí el punto exacto de fractura entre la sociedad e instituciones al perder credibilidad, aunque en muchas ocasiones no exista la razón.


Anselmo Apodaca Sánchez
@apodacar84

Actualmente Consultor Forense
Miembro de la Academia Mexicana de Criminalística
Académico en el Instituto Nacional de Ciencias Penales. (INACIPE) desde 1998.