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La trata de personas vista por el cine mexicano: de Santa hasta Las Elegidas. Parte II

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Héctor Alberto Pérez Rivera

Para Nancy Rivera, con quien vi la mayoría de estas películas

I. La explotación sexual como tendencia en el “nuevo cine mexicano”.

Con la llegada de Carlos Salinas de Gortari a la presidencia de la República se dio un cambio de enfoque en el apoyo estatal a la producción cinematográfica. Recordemos que este personaje político trató de congraciarse con la clase intelectual y una forma de hacerlo fue apoyando el cine.1

Aunado a esto y al éxito de varias películas nacionales en los festivales de cine más importantes del mundo, si bien la producción no creció notablemente si hubo una mejora en la calidad y se restableció el apoyo a algunos autores, justamente dos de éstos son los directores de los filmes importantes para el género: Principio y Fin (1993) de Arturo Ripstein2 y El Callejón de los Milagros (1995) de Jorge Fons ambas basadas en novelas del permio Nobel egipcio Nagib Mahfouz.

En Principio y Fin el personaje de Mireya Botero (Lucía Muñoz en una actuación espectacular) se ve obligada a ejercer la prostitución para mantener las aspiraciones de su madre (Julieta Egurrola) respecto de su hermano Gabriel (Ernesto Laguardia), quien estudia en una costosa Universidad la carrera de Derecho.

Mireya, si bien enfrenta esta situación como un sacrificio fraternal, emparentando su personaje con el de Marga López en Salón México presenta aristas interesantes. Ella, de acuerdo con Al Rifai (2003: 62) “desprotegida y empobrecida por la muerte del padre, interioriza la ideología reaccionaria y la propaga. Esta ideología dominante maneja un doble estándar hacia la mujer (como madre y como prostituta) y lucha para reprimir, dominar y esclavizar a las mujeres…”.

Ella, al principio, luego del fallecimiento, trabaja como costurera ya que la madre considera que al no poder casarla “bien” por ser “fea”, debe apoyar a la familia trabajando para que sus hermanos puedan estudiar. En este ámbito conoce al panadero César (Luis Felipe Tovar) con quien tiene relaciones sexuales bajo la promesa de matrimonio; éste se casa con una comerciante, quien encarga su vestido de novia a Mireya sin que esta sepa que es para casarse con su novio. César al defender a su futura esposa en el pleito, hiere a Mireya:

Ya párale cabrona. Será fea pero tiene billete. Tu eres pura muerta de hambre…No eras ninguna pichoncita cuando te veniste conmigo. Si no te estrenaste antes, será porque no encontraste ningún valiente. Agradéceme el favor chulita, si no ibas a morir son saber lo que es el sabor de hombre”.

Tras la desilusión, Mireya es violada en un taller por el mecánico “El Cariñoso” (Alonso Echánove). Es interesante que a pesar de tratarse de una relación sexual por medio de la violencia (“El Cariñoso lleva a Mireya a un viejo auto, le arranca la pantaleta mientras ésta grita “déjame pendejo, por atrás no, que así duele”) ella, lastimada por su autoestima le pide “dime que te gustó o dime algo”, él quien le tira unos billetes en el regazo, que Mireya compara con sus ganancias como costurera. Así comienza a ejercer la prostitución.

Como señala Al Rifai (2003: 76) al referirse a la cinta en contraste con la novela en la que se basa:

“…(Mireya) se auto-engaña pensando que se prostituye para ayudar económicamente a su familia, escondiendo ante sí misma, la razón primordial. Su decisión se halla justificada por la lógica de los acontecimientos. Como hemos visto, el narrador subraya la necesidad sexual reprimida de Nafinsa (Mireya) como un rasgo omnipresente y omnipotente”.

Mireya oculta esta situación a su familia, principalmente a su hermano, quien sigue sosteniendo la esperanza materna. Pongamos atención en la conversación de ésta con el Japonés:

Japonés: Las putas no tienen rumbo.

Mireya: Yo sí, yo tengo familia. Si voy para allá me cachan. Mi hermano hasta se va a ir a Estados Unidos becado. Si lo vieras no creerías que es mi hermano, se ve fino, fino.

Japonés: ¿Y a ti qué? El será así, tu pura carne rentada.

Mireya: Lo que haga él, lo hago yo. Así como lo ves lo de la pagada ni me importa.

Japonés: Orále, te la hago buena.

Mireya: Yo por puro puta, por puro goce.

El estado de clandestinidad lleva a Mireya a un final trágico, coincidente con el determinismo imperante en el género cuando en el círculo social de su hermano Gabriel se sabe de la situación de su hermana.

Un rasgo notable es que Mireya ejerce la prostitución en el barrio de “La Merced”, en la Ciudad de México, la cual es una de las zonas con un alto índice de trata de personas y mujeres en situación de explotación sexual del país. El hotel donde Mireya se encuentra con sus clientes reproduce con natural crudeza las condiciones en las que muchas mujeres son prostituidas en esa zona de la Ciudad. A pesar de que la cinta tiene 25 años, éstas no han cambiado en lo absoluto.

Otro elemento interesante es que Mireya no es la única mujer en situación de prostitución que aparece en Principio y Fin, Isabel (Luisa Huertas), pareja de Guama (Alberto Estrella), el mayor de los hermanos Botero, quien la conoce en el lúgubre cabaret “El Tíovivo” propiedad de “El polvorón” (Ernesto Yañez) . Guama vive de la prostitución de Isabel, e incluso le da dinero a sus hermanos diciendo “es de mi mujer, de su culitito trabajo”. Guamma es un proxeneta cuyo medio comisivo es la seducción.

Una vez más la música es un elemento conector del género, ahora el leitmotiv de la película es Perfume de Gardenias interpretada por “La Sonora Santanera”, canción que también aparece en Bellas de Noche y El Lugar sin Límites”.

Así como Principio y Fin es heredera argumental de Salón México; El Callejón de los Milagros toca la vertiente del género explorada principalmente por Aventurera.

Esta película retoma la línea argumental de la muchacha joven y guapa, que es enganchada para ser explotada sexualmente en una casa de prostitución.

Haré el análisis de la cinta desde los elementos del delito de trata de personas: Alma (Salma Hayek), joven que vive en una vecindad del callejón que da título a la obra aspira a casarse con su novio Abel (Bruno Bichir); éste debe partir a los Estados Unidos, en parte por solidaridad a su amigo Chava (Juan Manuel Bernal), además con el pretexto de juntar dinero para la boda. Luego de no tener noticias de Abel y presionada por su madre (María Rojo), Alma decide aceptar la propuesta matrimonial de Don Fidel (Claudio Obregón) un viejo y rico anticuario. Ella no lo ama, pero entiende que él le puede dar seguridad económica; sin embargo, éste muere celebrando su compromiso con sus amigos de la cantina. En el funeral, Alma advierte la presencia de José Luis (Daniel Giménez Cacho) y aquí comienza realmente nuestra historia.

Alma encara a José Luis, para preguntarle porque la sigue, él le dice: “no te sigo, te busco” y le ofrece su tarjeta; Alma le llama y comienzan a salir ; él la lleva a lugares inaccesibles para ella como los palcos del hipódromo (dónde aquél recibe trato familiar y ayuda a que ella gane sus apuestas “la suerte te la doy yo”, le dice) o a bailar y cenar en un restaurante de lujo (“me da pena, pero nunca había estado en un lugar tan elegante como éste”, le dice ella); dónde él alaba su belleza y le dice que podría ser “modelo o actriz, si confía en él”. Cuando la lleva a su departamento, Alma se da cuenta que en la planta baja de éste hay un burdel de lujo (“¡Cuánta pasión!” dice cínicamente José Luis al ser descubierto). Ella, indignada, le reclama haberla llevado a “una casa de putas”; él la corrige:

José Luis: Putas no, esas son las “güilas”, “las mariposillas” que andan en la en la calle, tú las conoces bien, son de tu rumbo. Estas mujeres se llaman cortesanas. Tienen carro, casa propia, vestidos, viajes, una posición social.

Alma: ¡Me engañaste cabrón, me engañaste!

José Luis: Tú estás aquí porque quisiste, por tu propia voluntad, porque quieres conmigo mamacita. Te puedes ir cuando quieras.

Alma: Pues me voy. (Alma sale).

José Luis: Vas a volver Alma, vas a volver.

José Luis lo dice porque sabe que ya realizó con Alma el llamado enganche”, es decir, este reclutamiento en el que el tratante recluta a su víctima y la consigue con el fin de explotarla. José Luis utilizo distintos medidos comisivos, primero sedujo y enamoro a Alma, con cumplidos, regalos y salidas, para luego le hizo falsas promesas de empleo, ofreciendo colocarla como modelo o actriz de cine, cuando se descubre la verdadera ocupación de José Luis, éste engaña a Alma, haciéndole creer que las mujeres que trabajan con él gozan de los beneficios económicos a los que Alma apenas puede aspirar, cuando en realidad el fin de aquél es explotar sexualmente a la joven en la prostitución. Esta técnica de enganche es muy común en los casos que he trabajado y se le conoce como la técnica de “Tenancingo”, por el nombre de la población de la que son originarios muchos de los proxenetas que hoy en día están en prisión por el delito de explotación de la prostitución y trata de personas.3 Él sabe que su víctima regresará porque ya ha comenzado a ejercer poder sobre ella.

Cuando Abel regresa de Estados Unidos y busca a Alma, averigua que se encuentra en el burdel que administra José Luis. Ahora vemos a la muchacha ataviada con un vestido elegante, departiendo entre los clientes y consumiendo cocaína (otra forma de control que ejercen los explotadores, la inducción a adicciones). Abel conversa con ella para reclamarle no haberlo esperado hasta que José Luis los descubre. Ella asustada le dice que es un amigo, lo que enfurece a su explotador, quien es muy enfático al señalarle a Abel: “Mira muchacho pendejo, ésta puta me pertenece, es de mi propiedad” y lo expulsa del lugar por medio de sus guardaespaldas.

José Luis ha concluido su proceso de trata de personas con Alma y ahora es su explotador. Ejerce atributos de propiedad sobre Alma, ejerce tal control sobre ella, que la considera un objeto sin voluntad y se lo hace saber, mientras la golpea: “José Luis: ¿Un amigo? ¡Tú no tienes amigos, no tienes casa, no tienes vestido, no tienes arete, no tienes nombre, Karina pendeja, nada tienes, lo oyes, nada! ¡Sólo me tienes a mi, José Luis, óyelo bien, José Luis, José Luis!”

Él ha despersonalizado a Alma de tal manera que la priva de sus derechos más esenciales, incluso el nombre, despersonalizándola y generando una dependencia absoluta de su explotador.

Sobra decir que el final de la historia de Alma es desesperanzador y retrata la realidad de muchas mujeres víctimas de éste delito. El Callejón de los Milagros la trata de personas está mucho más delineada, convirtiendo a la cinta en un material didáctico para visibilizar los elementos de este crimen.

II. Las Elegidas en el contexto de la lucha contra la trata de personas.

En México, el Protocolo de Palermo4 entró en vigor el 25 de diciembre de 2003. Ello motivó que, a finales del 2007, nuestro país expidiera la Ley para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas (LPSTP). En ella se retomaron los elementos del tipo penal previstos en el Protocolo. Además, estableció por primera vez en el país criterios a seguir en la creación y puesta en práctica de una política criminal de prevención y sanción de la trata de personas. El Estado mexicano ha quedado a su cargo, agregando la integración de una Comisión Intersecretarial encargada, entre otras cuestiones, de elaborar y poner en marcha un Programa Nacional para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas.

Sin embargo, debido al posicionamiento del tema en la agenda nacional y a que diversas oficinas internacionales señalaron que México era un país de alta incidencia del delito de trata de personas,5 en el año 2012, el Congreso de la Unión reformó el al artículo 73 de la Constitución para establecer la facultad exclusiva de la Federación de tipificar el delito de trata de personas.

Como consecuencia de la citada reforma, el 14 de junio de 2012 se publicó la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas de Estos Delitos que sustituye y abroga la Ley para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas (en adelante Ley General de Trata).6

Esto indica que, a pesar de ser la trata de persona un fenómeno social tan antiguo como las sociedades, su abordaje por el derecho es novísimo y que los esfuerzos de combate y erradicación en nuestro país no tienen más de una década.

En este contexto surgen obras que dan una visión diferente al personaje de la mujer en situación de prostitución que he analizado. Las cintas de este siglo se alejan del melodrama (aunque no todas han dejado de hacerlo, nos quedan ejemplos como Flor de Fango (2011) de Guillermo González, una mezcla fallida entre Lolita (1962) de Stanley Kubrick y el drama de la explotación sexual infantil en la frontera norte); los personajes en las películas más recientes no tienen vistos de consentimiento alguno y mucho menos placer, dejan de ser mujeres que se sacrifican por su familia o que buscan venganza para que podamos visibilizarlas como francas víctimas de un crimen.

En este tenor tenemos tres filmes claves, el primero de ellos Trade/Crimen sin Perdón (2007) de Marco Kreuzpaintner, que si bien no es una producción mexicana propiamente, por lo que no se analizará en este texto, si cuenta con talento nacional en las actuaciones y el guion, además de haber sido filmada casi por completo en nuestro país. Esta cinta presenta a la Ciudad de México como lugar de origen, tránsito y destino de la trata de personas, además de exponer fenómenos como el turismo sexual, el comercio electrónico de niñas con fines de explotación sexual y mostrar la llamada “pasarela de San Pablo” un sitio en el que cientos de niñas y mujeres eran exhibidas dando vueltas en un callejón a la vista de potenciales clientes, quienes pagan por tener relaciones sexuales con ellas $150 en unos cuartuchos de una vecindad adjunta. Apenas en 2009 la Procuraduría capitalina realizó un operativo para desmantelar dicha práctica; el proceso penal correspondiente sigue abierto a la fecha de escribir estas líneas. Trade es una cinta de denuncia más que una obra artística y ha sido utilizada como herramienta de concientización del lugar que ocupa nuestro país como eje de la trata de personas a nivel mundial.

En la misma línea, aunque de mejor factura están La Vida Precoz y Breve de Sabina Rivas (2012) de Luis Mandoki y Las Elegidas (2015) de David Pablos que forman un díptico de la trata de personas en los dos extremos del país, frontera norte y sur se exponen como pasos de personas que son tratadas como mercancía por sus captores, exprimidas hasta el último aliento.

En La Vida Precoz… se cuentan los devenires de la hondureña Sabina Rivas (Greisy Mena) quien es explotada sexualmente en la frontera de México con Guatemala por la madrota Doña Lita (Angelina Peláez) y Salvador (Joaquín Cosío) un agente migratorio mexicano, bajo la promesa de ayudarla a migrar a los Estados Unidos para hacer carrera de cantante; Sabina sufre todos los abusos posibles por parte de sus explotadores, autoridades migratorias, clientes y pandilleros; lo único que la mantiene de pie es la esperanza de que Lita le conceda su libertad y pueda comenzar su carrera artística.

Lita es heredera de la Rosaura de Andrea Palma en Aventurera, ejerce sobre Sabina una influencia cuasi maternal y contrasta con la rudeza de otros padrotes; parece que protege a su víctima, cuando en realidad se aprovecha con ella. La secuencie en la que Sabina, es llevada por Salvador a una fiesta con autoridades mexicanas, la instruye y droga con cocaína, para que luego ésta aparezca sonriente y coqueta ante los clientes es clarísima exposición de la sordidez de la prostitución de jovencitas migrantes.

La crudeza de La Vida Precoz… contrasta con la belleza y sutileza de Las Elegidas. Originalmente basada en una novela homónima de Jorge Volpi, retoma sólo la temática de ésta, es decir la relación entre proxenetas y víctimas.

En el libro, los tratantes son de Tenancingo, Tlaxcala y explotan a sus víctimas en los Estados Unidos; en la película la acción ocurre en Tijuana.

Las Elegidas no utiliza actuaciones profesionales, su joven reparto fue elegido por el director en un arduo casting en las escuelas de la ciudad y muchas de las actrices no conocieron la trama hasta ver el filme terminado, para no contaminar la naturalidad de su trabajo.

La trama es directa y sencilla: Ulises (Oscar Torres) el más joven de una familia de explotadores de mujeres, es obligado por su padre Marcos (Edward Coward) y su hermano Héctor (José Santillán) a enganchar a su novia Sofía (Nancy Talamantes, espléndida) para prostituirla en un burdel regenteado por su madre. A regañadientes acepta y se arrepiente cuando ya es demasiado tarde. Para obtener la libertad de Sofía, Ulises debe conseguir a otra joven que la sustituya, por lo que seduce a Marta (Leidi Gutiérrez). Durante el proceso de reclutamiento su hermano le enseña las técnicas de enganche utilizadas por generaciones de padrotes, que van desde el enamoramiento, el chantaje (“tú me dijiste que harías todo por mi” “si no consigo el dinero, me van a matar”) y el aislar de redes de apoyo.

Son notables las escenas en las que Héctor enseña a Ulises a controlar a sus víctimas por medio del teléfono celular y cómo éste instruye a Marta que debe decir a su madre cuándo se comunica con ella.

Si bien es drama que vive Ulises no es menor y existe cierto determinismo en su iniciación como padrote, no debemos confundir sus sentimientos por Sofía como un verdadero amor; se presenta un deseo egoísta de posesión que lo vincula a los demás personajes que hemos analizado.

Mientras Ulises trata de buscarle un remplazo, Sofía es explotada en el burdel de la familia de aquél. Es aleccionada y vigilada por otras mujeres y recibe un poco de apoyo de Perla (Alicia Quiñonez), quien es la “pareja” de Héctor. Ahí vemos como las niñas y mujeres son obligadas a cubrir con cuotas para evitar el castigo físico y son vigiladas en todo momento. Este control llega al extremo de ser obligadas a “trabajar” durante su período menstrual, utilizado una esponja con vinagre en la vagina para no sangrar. Aquí ocurre también una de las secuencias cumbre del género: vemos pasar a los clientes de Sofía, en toma fija, plano medio (sólo se aprecian sus rostros y torsos desnudos) y a ella en el mismo encuadre, sin acción alguna; de fondo escuchamos gemidos, jadeos, golpes. La escena es sutil y poderosa; sin recurrir a lo explícito Pablos demuestra como la prostitución está lejos de todo erotismo (decía Octavio Paz la sexualidad es animal, el erotismo es humano).

Esta secuencia contrasta con otra cinta importante del género, el documental Whores´ Glory (2011) de Michael Glawogger, cuyo segmento sobre la “zona roja” de Reynosa, Tamaulipas tiene su punto de clímax en la relación sexual entre un cliente y una de las mujeres en situación de prostitución; el cual pasa de una brevísima seducción a un acuerdo comercial a una cópula mecánica y apresurada, que muestra al cliente en todo su patetismo.

En Las Elegidas, uno de esos clientes resulta ser el padre de una chica que también desapareció y la está buscando; él informa a la madre de Sofía sobre su paradero, pero al planear un escape, las pocas posibilidades de éxito la dejan en la desesperanza.

Finalmente, Ulises “rescata” a Sofía para integrarla a su familia y deja la prostitución para pasar a otra forma de explotación: hacerse cargo de la casa de Ulises y ayudar a su familia, una especie de matrimonio servil y esclavitud doméstica.

En Las Elegidas los diálogos no abundan y está casi exenta de toda violencia gráfica, lo que no la hace menos poderosa en su discurso. Es una película clave para entender la trata de personas con fines de explotación sexual como un crimen y ver sus aristas, entre víctimas y victimarios.

No quiero dejar pasar una obra que si bien no se centra en la trata de personas, si muestra uno de los casos más notables del país sobre el tema: Gloria (2014) de Chirstian Keller que cuenta la historia de la cantante Gloria Trevi y su relación con su descubridor/manejador/explotador Sergio Andrade. Esta cinta no menciona la palabra trata o explotación sexual, pero si muestra el modus operandi del llamado “clan” y cómo Gloria pasó de víctima a victimaria y figura del reclutamiento de jovencitas para el disfrute sexual de Sergio y la explotación de su trabajo artístico.

Como vemos, el cine nacional ha explorado constantemente la figura de la prostitución y ha presentado a las mujeres como víctimas de la explotación a través de ésta, a veces sin siquiera proponérselo. El camino ha ido del melodrama al cine de denuncia, pasando por la comedida burda y el cine de autor, sin dejar fuero las claves del género y poder interpretarlas a la luz de la dramática realidad de nuestro país en cuanto al tema.

El cine es un reflejo de la sociedad que lo produce y el cine (del) mexicano, en sus mejores ejemplos es un espejo de las inquietudes y el inconsciente colectivo de la época. Es notable que la situación de las mujeres en situación de prostitución haya sido una preocupación permanente de nuestro cine y mientras el fenómeno esté presente, lo seguiremos viendo, esto por desgracia, aunque, algunas de las mejores películas nacionales tienen que ver con esta temática.

REFERENCIAS

1 En El Bulto (1992) de Gabriel Retes, el personaje de José Alonso quien representa un luchador social de los 60´s convertido en burócrata de alto nivel dice “Salinas es el mejor presidente desde Cárdenas”.

2 Como vemos, el género es una de las obsesiones de Ripstein; en 1991 haría una versión de La mujer del puerto con Damián Alcázar y Patricia Reyes Spíndola y años después (2015) haría La Calle de la Amargura sobre dos mujeres en situación de prostitución que asesinan culposamente a dos luchadores de talla baja.

3 Para abundar más, vale la pena ver, Montiel Flores, Oscar (2009): Trata de Personas: Padrotes, Iniciación y Modus Operandi, Concurso de Tesis en Género Sor Juana Inés de la Cruz Cuarta Emisión, Tesis Ganadora en la Categoría de Maestría, INMUJERES, pp. 229.

4 Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas especialmente mujeres y niños que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.

5 Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social (2011): Diagnóstico de las Condiciones de vulnerabilidad que propician la Trata de Personas en México, Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social, México.

6 Ver Pérez Rivera, Héctor (2016): La trata de personas como violación a los derechos humanos: el caso mexicano, Comisión Nacional de los Derechos Humanos, p.p. 86.

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