M. en D. Christian Bernal Porras
La banalidad del mal es un concepto acuñado por Hannah Arendt, Hannah es una sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial quien terminó refugiada en Estados Unidos, mientras vivió en Alemania tuvo una relación con Martin Heidegger autor del “Ser y Tiempo”, finalmente terminó ya en Estados unidos como periodista, es así que los cuerpos de seguridad del recién creado Estado de Israel lograron el traslado desde Argentina de Adolf Eichmann a quien se le atribuyo ser uno de los artífices de la llamada “solución final” que implicaba el exterminio masivo en los campos de concentración que se habían instalado en Europa donde fueron muertos judíos, masones, comunistas, etc.
Con motivo del traslado (criticable por muchos por su ilegalidad) de Eichmann se celebró en Jerusalén un juicio (criticable también por su legalidad incluso por la propia Hannah) emulando aquellos que se habían celebrado en Núremberg.
Arendt quien había vivido de cerca la barbarie Nazi de inmediato se ofreció a cubrir el juicio desde Jerusalén, siendo que esperaba encontrar en la persona de Eichmann a un mounstro sanguinario capaz de ordenar la aniquilación de miles de personas de un plumazo, observándolo en todo momento durante el juicio siempre a través de una burbuja en la cual se le coloco.
La decepción de Arendt fue grande al no encontrar al mounstro sanguinario que esperaba y en su lugar encontrar a una persona que desde su óptica se limitó a cumplir órdenes con eficiencia, es decir, una persona que cumplía burocráticamente los mandatos que se le daban sin chistar, por ejemplo simplemente le decían se requiere mayor espacio en el campo de concentración y de inmediato se avocaba a ordenar que se exterminaran a grupos de personas, por ejemplo a las mayores de setenta años, si más tarde le decían que llegaría otro tren con más prisioneros entonces ordenaba que se ampliara la edad de exterminio a los mayores de sesenta años y estos grupos de personas podrían ampliarse según las necesidades.
Finalmente, Arendt concluye que la persona que se juzgaba en Jerusalén no era más que un burócrata que cumplía con eficiencia ordenes, llegando al punto de la banalidad, pues en ningún momento se detenía a reflexionar que cada orden cumplida y ordenada implicaba el exterminio de miles de personas, por supuesto no reflexionando en lo valioso que es una sola vida y lo que hay detrás de esta, significando sus órdenes cumplidas y ejecutadas para muchos el último día de su vida.
Esta “banalidad del mal” debe de ser un concepto respecto del cual cada servidor público en el que se encomiende el ejercicio del poder del Estado debe de reflexionar, es decir cada servidor público al momento de tomar una decisión debería preguntarse previamente el alcance e impacto que la misma puede tener en la vida de una persona en su familia.
Sin duda la reforma en materia de Derechos Humanos del que deriva el actual contenido del artículo Primero Constitucional es una forma de esta reflexión, pues impone la obligación a todas las autoridades de incluir en cada acto que realicen la Protección, Promoción, Garantía y Respeto de los Derechos Humanos, este precepto observado irrestrictamente seguro hubiera evitado los actos de Eichmann.
Sin embargo, Eichmann ha sido ya juzgado y condenado a la muerte, pero es sin duda motivo de esta reflexión si a la fecha no hay aun burócratas como el que en la toma de decisiones no reflexionan en torno a la banalidad del mal, por ejemplo el policía, el Ministerio Público o el Juez (en cualquier materia) ellos deberán de considerar que una persona no es una puesta, que una persona no es una prisión preventiva a como dé lugar o que una persona no es culpable solo por el hecho de estar ahí, antes se debe pensar en que las decisiones que se toman impactan en seres humanos y por ello se requiere la sabiduría que constitucionalmente es un mandato ahora con la reforma en materia de derechos humanos.
M. en D. Christian Bernal Porras
Licenciado y Maestro en Derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, catedrático de esa casa de estudios en la División de Estudios Profesionales y de Posgrado, así mismo concluyo los estudios de Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM.
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