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Reflexión entre la Regulación y la Abolición del Sexoservicio

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Algunos le llaman el oficio más antiguo del mundo, otros, un atentado contra la dignidad humana y las buenas costumbres. Si bien es cierto que existe multiplicidad de posturas en lo concerniente al desarrollo y ejercicio del Sexoservicio, queramos o no es una actividad que camina y evoluciona hombro a hombro con la construcción de las sociedades.

Existen dos posicionamientos que resaltan entre las opiniones de aquellos que nos interesa la protección a las personas que ejercen el Trabajo sexual, primeramente, la regulación como medida de gestión a las actividades que consisten en la prestación y consumo de un servicio; y por otra parte la abolición del trabajo sexual como vía primaria para erradicar el consumo de cuerpos y la Trata de Personas.

Para comprender el verdadero problema y las posturas que se abordaran en la presente entrega debemos voltear a ver los principales conceptos que se desprenden del tema, como son: Cosificación, Trabajo Sexual y Trata de Personas.

Vamos a entender la Cosificación, como la reducción de un ser humano a su cuerpo o partes de este. Es preciso señalar que este concepto trata de enfatizar en la “utilidad” como objeto de consumo, es decir, la función como producto que se le puede otorgar a una persona. Aún si su desempeño profesional consiste en la prestación de un servicio, a los seres humanos se les debe tratar como tal.

En cuanto al Trabajo Sexual, se refiere al intercambio de servicios de naturaleza sexual a cambio de una compensación económica. Para que dicha actividad se ejerza debemos considerar que debe ser absolutamente un acto voluntario y consensuado, como cualquier otro empleo -el verdadero móvil para la regulación-.

Por otra parte, la Trata de Personas, se define como un proceso donde una persona es sometida y explotada para beneficio económico de otra. La Trata, no es unicamente un problema de consumo de servicios sexuales, deriva del abuso del privilegiado sobre aquel que es incapaz de defenderse. Por ejemplo, creer que el tráfico de mujeres al rededor del mundo es la única forma de explotación referida a este fenómeno, pretendería ignorar el transporte de campesinos que son arrebatados de sus hogares por empresas agrícolas para trabajar el campo, tratando de subsistir en condiciones paupérrimas e indignas.

Una vez diferenciando los tres conceptos anteriores, veamos, ¿qué pretende el abolicionismo y qué la regulación?

Bien, el abolicionismo es un modelo que pretende evitar cualquier tipo de reconocimiento al Sexoservicio, con la finalidad de inhibir la práctica. Al generar condiciones adversas para las sexoservidoras y sexosevidores. Este modelo supone que el Trabajo Sexual no debe ser considerado como cualquier otro empleo por ser un atentado contra la dignidad y la promoción de la Trata de Personas, pero entonces, ¿no estamos también arrebatando los servicios laborales a quienes ya ejercen este oficio?

En contraposición, la regulación del Sexoservicio, promueve el reconocimiento del Trabajo Sexual y por lo tanto garantizar Derechos Laborales y de Seguridad Social para quienes se desempeñen en el. No se busca la promoción de la cosificación en el acto, simplemente comprender que es una población que al basar su principal actividad económica en una práctica de riesgo debe ser observada y protegida por la ley.

Este mismo año, en Asturias, España, se aprobó la “Estrategia Asturiana para la Abolición de la Prostitución y la Trata de Personas”. Este documento plantea una estrategia completamente abolicionista que tiene como principales ejes proteger, prevenir y perseguir la prostitución por ser vía primaria del desarrollo de la Trata de Personas con Fines de Explotación Sexual. Por este motivo, principalmente, es que me interesaba invitar a mi amable lector a reflexionar sobre la diferencia conceptual entre la Trata de Personas y el Trabajo Sexual, porque al otorgarle la calidad de trabajador o trabajadora a aquella persona que ejerce este oficio de manera voluntaria, nos desprendemos del enfoque victimocéntrico que coloca la postura abolicionista sobre los sexoservidores. La Estrategia Asturiana, no está alejada de ese supuesto, pues si bien el Sexoservicio es una práctica de riesgo que expone a quienes lo ejercen no todas las personas que lo desempeñan son explotadas pues la explotación por definición le otorga un beneficio a un tercero, es decir, no al trabajador ni al cliente sino en este caso, al proxeneta, y muchos trabajadores en el rubro son independientes. De igual modo revictimizar a la población a través de una política pública lejos de protegerla la coloca, conceptualmente, en un estado indefensible, pues queda a expensas de un estado que además le persigue.

La Estrategia Asturiana busca ofrecer a las personas que se dedican al Sexoservicio una salida de la prostitución, sin considerar antes los motivos reales y actuales por los que alguien decide dedicarse a este trabajo. Por ejemplo migrantes, transgénero, personas en situación de calle, son los principales sectores poblacionales que alimentan el mercado sexual, la falta de oportunidades a nivel mundial no es un problema que podamos ignorar, ¿donde va a colocar el Principado a esos sectores poblacionales? ¿Cómo sobrevivirán? ¿O es que a caso se pretende erradicarles del mismo modo que su oficio porque representan un asunto de Seguridad Social demasiado complicado de atender?

Estigmatizar el Sexoservicio, es así una forma de criminalizar la pobreza y seguir señalando a las mujeres -si de violencia de género queremos hablar-, ¿nos hemos preguntado cuántas mujeres llevan el pan a la mesa de sus hijos gracias a este oficio? Debemos entender que conservar el discurso moralista que nos impone el privilegio, es cegar nuestra empatía. No estamos aquí para juzgar los motivos ni a las personas que eligen el Trabajo Sexual.

Lo que sería verdaderamente benéfico sería un política publica encaminada a eliminar la discriminación, que redignifique a los trabajadores sexuales como personas autónomas e independientes que brindan un servicio, que genere estrategias de seguridad contra la violencia, crear una comisión especializada que brinde información a la población en general sobre las prácticas sexuales de riesgo y el fenómeno de la cosificación y por supuesto distinguir y diferenciar el Trabajo Sexual de la Trata de Personas.

Voltear la mirada hacia otro lado y tratar de eliminar un sector de la población que merece ser atendido en lo que Seguridad Social se refiere, no desaparece la afirmación de que el Sexoservicio no nació en la última década y sin embargo aún se ejerce.

Referencia.

 

Hania Trejo Ramírez. Facultad de Derecho de la UNAM.

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