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Themis sin vendaje en los ojos

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Por siglos se consideró a Themis, la Diosa de la Justicia, como el ente divino y femenino, que impartía justicia, con una venda en los ojos, para no ver a los justiciables y tratarlos a todos por igual, para no caer en preferencias y tratar a todas y todos por igual.

Por siglos también estuvo la pugna entre el iusnaturalismo y el iuspositivismo, en cuanto a la acepción y a la concepción de la justicia, ya fuera como valor o como instrumento social de pacificación y de control jurídico y hasta político, sobre la base de un derecho positivo y vigente.

Sin caer en conceptos y discusiones filosóficas y al margen de lo que cada quien conciba como justicia, lo que ¡sí urge! es que, en la actualidad, le quitemos el vendaje de los ojos a la Diosa Themis, para que pueda observar la realidad social, política, criminológica, etc, es decir, en todos los sectores o ámbitos jurídicos, sobre todo en el campo del Derecho Penal, para que pueda reflejar sus destellos luminosos en una sociedad, especialmente en la actualidad, marcada por profundas disparidades sociales, elevados índices de pobreza y una cultura generalmente limitada, incluso a nivel mundial.

En México, por ejemplo, no existe una cultura de la denuncia, ni mucho menos una cultura del respeto y de tolerancia para quienes opinan o conciben las cosas de manera distinta a la nuestra, lo que muchas veces lleva a discusiones y a la violencia, como antesala del delito.

Themis, ya no puede impartir justicia de manera rasa e igualitaria; no, sobre todo porque, en la actualidad, existen temas, conductas delictivas y fenómenos sociales, que impactan en el desarrollo del ser humano y en su comportamiento desigual con sus congéneres, como los siguientes, entre otros.

Un primer caso es el de la víctima, que ha obtenido (al menos en el papel) la importancia que debe de tener en el procedimiento procesal adversarial, cosa que, por siglos, no se hizo, pues ni siquiera se le tomaba en cuenta al momento de la investigación policíaca y ministerial (antes averiguación previa) o del dictado de la sentencia, ya fuera condenatoria o absolutoria.

Otro supuesto es el relativo a que hoy, el juzgador, debe juzgar con perspectiva de género, no con la venda en los ojos, sino que debe poner mucha atención, esmero y dedicación para discernir si se está, por ejemplo, ante grupos vulnerables, como es el caso de la mujer, en tratándose del delito de feminicidio, comunidades indígenas, la comunidad LGBTI, etc.

Otra hipótesis es la relativa al tema del Compliance o cumplimiento normativo y de riesgos, pero creando las instancias nacionales e internacionales, para revisar, en la medida de lo posible, ese cumplimiento y de no ser así para evitar, que las grandes empresas, incluso multinacionales, sean llamadas a cuentas, con las respectivas sanciones, incluso penales, para el real y eficaz cumplimiento de la respectiva normativa y no caer en abusos económicos o de competencia desleal, en detrimento de los intereses de la sociedad; hoy en día sigue habiendo contaminación en los mares, tragedias en el campo de la construcción y el abuso, en general, de los derechos humanos de esas grandes empresas.

En fin, estos son sólo algunos de los muchos ejemplos que, en mi concepto, evidencian la necesidad de que el juzgador actual debe de impartir justicia, quitándose la venda de los ojos: El juzgador, como lo apunta el gran procesalista italiano Michele Taruffo, a quien tuve el enorme privilegio de tratar, debe tener una cultura media, no sólo de su ciencia, área de conocimiento o competencia, sino del medio social en el que va a impartir justicia, para percatarse de la problemática social, que envolverá el dictado de sus sentencias.

En efecto, ya pasaron los tiempos en los que el juzgador era el letrado de la ley, que se encerraba en su despacho, rodeado de libros y con el expediente respectivo, para el conocimiento del caso y la correspondiente emisión de la sentencia, muchas veces deshumanizándolo de su entorno social. Es cierto, que dura lex sed lex (la ley es dura, pero es la ley) pero no menos cierto es que summun ius summa iniuria (la justicia llevada al extremo es injusticia).

Por ello, la Justicia, la Diosa Themis, debe quitarse la venda de los ojos y ver la problemática social, junto con las nuevas conductas delictivas que van surgiendo en la actualidad y así poder cumplir con la función social de todo juzgador y contribuir al desarrollo y fortalecimiento de esa paz social, que hoy en día tanto necesitamos.

 

Juan Manuel Sánchez Macías.

Maestro en Derecho. Profesor de Carrera de Medio Tiempo de la Facultad de Derecho de la UNAM. Profesor definitivo por Oposición de la Cátedras de Delitos en Particular y de Derecho Electoral en la misma Facultad.

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