Carlos García Valdés, quien sufrió un intento de atentado en Madrid en 1979 del que salió ileso gracias a la intervención de su escolta, defendió la apuesta que se hizo en aquellos primeros pasos de la democracia por impulsar una ´´legislación penal humanitaria´´ que favoreciera la reinserción social. El catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Alcalá de Henares, en su valiosa obra Teoría de la Pena (1) señala que ´´Cuatro motivaciones muy determinadas afloran en este contexto y van a significar la transformación de la privación de libertad de mera ´´custodia´´ a reacción social sustantiva; una razón de política criminal, otra penológica, una tercera fundamentalmente socioeconómica y una cuarta: el resurgir de la tradición canónica, en unión de las ideas religiosas del protestantismo; son las causas esenciales del cambio que se opera.´´
La cárcel, nace como pena con la promoción como idea de trabajo y este como redentor del alma mediante el sacrificado arrepentimiento del culpable, como comenta nuestro autor.
Se confirmó con la existencia de las primeras casas de corrección en Inglaterra y los centros de trabajo para presos, en Ámsterdam, los establecimientos de San Felipe Neri en Florencia y de San Miguel en Roma, algunos de los cuales fueron visitados, y comentado su organización por Howard, todos ellos con la finalidad de corregir a los internos, utilizando casi los mismos medios violentos y la religión para convencerlos.
Para 1775 Juan Vailain XIV funda una Consitución en Gante donde se hizo una primera clasificación, manteniendo separados en pabellones diferentes, a mujeres, criminales y méndigos, estaban sujetos todos al principio de que ´´quien no trabajaba, no comía´´. Desafortunadamente, los sistemas de clasificación han venido tardando por muchos años en adoptarse o reconocerse como medida indispensable como convivencia más o menos ordenada en las penitenciarías, además de ser un medio indispensable para buscar la resocialización de los sentenciados.
La vida dentro de los establecimientos penitenciarios, por años, ha degenerado en desorden, inmundicia y contaminación, además de la corrupción que todo lo infecta, por lo que desde esa temprana época de las prisiones, se propició el desarrollo de los regímenes celulares, que se inspiraban en las sanciones religiosas, mediante la utilización de la soledad y el aislamiento a fin de favorecer la reflexión y la moralización y cuyo desarrollo alcanzó su cumbre en las penitenciarías de Estados Unidos de América, que después de su independencia, fueron consideradas como modelo, inspiradas a su vez en las ideas de Howard y Bentham en algunos aspectos.
(1) García Valdés, Carlos, Teoría de la Pena. 3ª ed. 1ª reimp., Madrid, Tecnos, 1987, (Ciencias Jurídicas) p.74.