En una semana, al menos 45 personas murieron durante operaciones policiales, prácticas en contradicción con los compromisos de seguridad del presidente Lula.
¡Deja de matarnos! ¡El pueblo quiere vivir! ”, cantaron, el miércoles 2 de agosto, casi doscientas personas reunidas en la ciudad de Guaruja, en la costa del estado de Sao Paulo, donde se lleva a cabo, desde el 28 de julio, una sangrienta operación policial. Al día siguiente del asesinato del policía Patrick Bastos Reis, durante un patrullaje, la policía del estado de Sao Paulo desplegó seiscientos efectivos en la zona, dejando a su paso un número de dieciséis muertos entre la población. Es una “operación de venganza”, aseguran los habitantes.
En la última semana, al menos cuarenta y cinco personas han sido asesinadas en el país, como parte de varias incursiones policiales en Brasil. El día de la operación en Guaruja, el estado de Bahía, en el noreste del país, lanzó una acción simultánea de las fuerzas del orden contra el narcotráfico en tres ciudades, matando a diecinueve personas. Cinco días después, una incursión de la policía contra facciones criminales, en el complejo de Penha, un grupo de favelas en Río de Janeiro, dejó atrás diez cadáveres. Las escuelas del barrio tuvieron que cerrar, privando a tres mil alumnos de clases.
Anne- Dominique Correa – Le Monde
