Cuando en el año 2012 termino su mandato constitucional Felipe Calderón, el crimen organizado en México estuvo en el retroceso, no nada más porque lo dijo el mismo exmandatario, sino porque el cartel de Sinaloa se fortaleció a causa de los negocios gubernamentales con el predominante objetivo, narcotráfico. Así duro prácticamente hasta la captura de Chapo Guzmán y su extradición a los Estados Unidos. Según Calderón, un presidente tiene dos opciones frente a la amenaza del crimen, que es luchar o abdicar, que significa abandonar a las familias mexicanas a su suerte, pero en la realidad lo que siempre ha sido indudable es que, cada gobierno da la preferencia a uno de los grupos, con la finalidad de minimizar los daños colaterales. Actualmente hablamos de las herencias del pasado queriendo justificar los altos niveles delictivos o vincular a los gobiernos pasados con el narcotráfico, pero nadie dice, que en la realidad Felipe Calderón heredo un escenario marcado por la renuencia del gobierno de Fox a usar la fuerza publica y con conflictos graves con los Estados Unidos. Durante el periodo de Felipe Calderón se reconocían varias organizaciones delictivas, de las cuales actualmente siguen operando el cartel de Sinaloa, cartel del Gofo y la familia Michoacana, por eso es difícil hablar de las preferencias. El objetivo de la estrategia de su guerra contra el narcotráfico fue que las fuerzas armadas encabezaron la disputa y se les otorgaron atribuciones en la seguridad pública. ¿La historia se repite? Es indudable, que el uso del ejército en la desarticulación de las bandas delictivas resulto en la agravación de la violencia y la violación a los derechos humanos, que es un problema reconocido actualmente, sin la necesidad de tocar el tema de la reciente ejecución en Puerta de Ánzar o de las quejas relacionadas con las violaciones de los derechos humanos por parte de la Marina o Ejercito.
La efectividad de la fusión de la seguridad nacional y seguridad pública es indudable y la confirman también los mismos números. Con el gobierno de Enrique Peña Nieto, llego al aumento de los homicidios casi 30% en los primeros tres años. La seguridad nacional tiene por objetivo defender el territorio, pero también la población, las instituciones del cualquier peligro que afecte al Estado, por lo que es casi esencial que se vincula con la seguridad pública. Pero las acciones contrarias a la protección o fortalecimiento del orden social causan el aumento del conflicto e irritación social.
Una de las estrategias gira en torno a enfrentar el crimen organizado que opera por medio del narcotráfico, los delitos de alto impacto, como los secuestros, homicidios dolosos y robos con violencia, mediante labores de prevención, investigación, persecución y sanción de delitos, a través de acciones conjuntas emprendidas con la Secretaría de Defensa Nacional y la Secretaría de Marina, así como con la Procuraduría General de la República, entre otras instancias, pero con la debida preparación de los elementos a un trato con la ciudadanía gracias a las capacitaciones en materia de derechos humanos y la perspectiva de género proporcionadas por las organizaciones externas. Es necesario contar con un marco legal para aclarar las funciones y delegar responsabilidades específicas a cada uno de los órdenes de gobierno a nivel operativo, con la finalidad que haya una cooperación intergubernamental que no transgreda las acciones realizadas por una u otra instancia, con estricto apego a los derechos humanos.
El crimen organizado representado por el narcotráfico trata de personas o tráfico ilegal de las armas es la economía oscura de todo el Mundo, pues a la humanidad en general le llama atención lo desconocido, lo prohibido o lo fácil, pero indudablemente representa el peligro de inminente al orden social reflejado en la inestabilidad local a causa de las disputas entre los grupos.
García luna condenado a 38 años de la cárcel, así como expresidente hondureño Juan Orlando Hernández condenado a 45 años en los Estados Unido son una parte de la estrategia internacional para combatir globalmente el crimen organizado, que como un pulpo sobrepasa las fronteras de los países de Latinoamérica.