Nos cuentan desde los pasillos del Poder Judicial que la elección de jueces por voto popular ya empezó a mostrar su verdadero rostro… y no es precisamente el de la justicia. Resulta que el INE —en su afán de democratizar hasta el último tornillo del sistema— se puso creativo y aventó las candidaturas judiciales como si fueran confeti sobre los distritos electorales, sin molestarse en distinguir que, en el ámbito penal federal, existen cuatro tipos de jueces con funciones y perfiles completamente distintos: de proceso, de amparo, de técnicas de investigación y de ejecución penal.
¿El resultado? Una tómbola jurisdiccional.
En pocas palabras: el que fue formado para resolver incidentes de ejecución penal podría acabar dictando cateos y controlando intervenciones telefónicas. Y el que estudió técnicas de investigación, acabar librando órdenes de aprehensión en causas donde quizás era necesaria una técnica previa.
Eso sí: los ciudadanos, entre ingenuos y acarreados, llegarán a votar convencidos de que elegirán a un “juez penal”, así nomás, en abstracto. Porque ¿quién necesita comprender las diferencias técnicas entre figuras judiciales cuando puedes aplicar la democracia directa con los ojos cerrados?
¡Viva el pueblo soberano!
¡Muera la lógica procesal!
Se viene una generación de jueces con credencial del INE, pero sin idea de qué tipo de juzgado les tocó en la rifa. Y si esto suena a chiste, prepárense, porque el juicio apenas comienza…
Notitia Criminis
Donde el proceso penal sí se entiende.
Y los trascendidos sí incomodan.
