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Libros y bibliotecas en prisión como terapia y porvenir

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“Titivillus es un demonio de la época medieval al que se le adjudicaban los errores ortográficos en los libros y las equivocaciones en las oraciones a fin de ganar almas para Lucifer”. Tractatus de Penitentia, John Galensis.

El pasado 23 de marzo se conmemoró el Día Internacional del Libro y de la Lectura, por lo que me parece oportuno poder referirme al uso de los libros en reclusión porque, aunque para mucha gente pareciera un tema intrascendente, al final resulta una herramienta que ayuda a las personas privadas de la libertad a sobrellevar su encierro y, para muchas de ellas, pensar en el porvenir.

A continuación, me permito hacer referencia a información publicada por la investigadora Margarita Pérez Pulido: “Los servicios bibliotecarios de prisiones surgen como apoyo a las actividades educativas, pero también en el convencimiento de que la lectura en prisión contribuye al desarrollo de la personalidad del recluso y ayuda a aliviar la pena. Así ha sucedido desde principios del siglo XX, cuando, partiendo del carácter instructivo y edificante de la lectura, se ha considerado a esta como un instrumento común de rehabilitación”.1

Y, como antecedente, documenta: “Las prácticas de lectura se incorporaron a los establecimientos penitenciarios en el siglo XIX con un objetivo moralizador o de apaciguamiento religiosos, pero también por considerar a la educación como parte integral de la rehabilitación y reinserción de los reclusos”. 2

Fue entonces que la idea y el valor de las bibliotecas empezó a tomar institucionalidad: “En 1870 el Congreso de Cincinnati colocó como un objetivo de la prisión la rehabilitación del preso por lo cual la educación y, por ende, la biblioteca, se convertían en una herramienta fundamental”. 3

Actualmente hay bibliotecas en la mayoría de las cárceles del país. En lo que a mi me compete, en este momento, que es el Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social (OAPDRS), que está a cargo de los 14 Centros Federales de Readaptación Social (Ceferesos), puedo mencionar que hay una por cada centro penitenciario, todas incorporadas a la Red Nacional de Bibliotecas.

En el sistema penitenciario federal se cuenta con un acervo bibliográfico cercano a los 120 mil libros.

La afición de las personas privadas de la libertad por la lectura, sin tomar en cuenta los libros de Derecho y la Biblia, se centran en las novelas de tipo serial como son: la historia romana de Santiago Posteguillo con sus textos la Traición de Roma, Legiones Malditas y Africanus; las obras de George R.R. Martin Juego de Tronos, Choque de Reyes y Tormenta de Espada; El Código Da Vinci e Inferno de Dan Brown; El Umbral de la Eternidad y Los Pilares de la Tierra de Ken Follett, principalmente.

Resaltan libros como El Conde de Montecristo de Alejandro Dumas; 12 Cuentos Peregrinos de Gabriel García Márquez; La Biblia; entre otros. En el Femenil que es el Cefereso 16 de Morelos, destacan Cien Años de Soledad también de García Márquez; Memorias de una Geisha de Golden Arthur y Crepúsculo de Stephenie Meyer. Curiosamente los libros más consultados en el Centro Federal de Rehabilitación Psicosocial (CEFEREPSI), ubicado en Morelos, son textos John Katzennbach El Psicoanalista y Jaque al Psiconoanalista.

Con la lectura se ponen en práctica procesos de pensamiento, razonamiento y análisis, lo que representa también una terapia alternativa para sobrellevar el encierro.

La necesidad de promover el uso de los libros y la optimización de las bibliotecas son clave en los tiempos actuales en los procesos de reinserción.

Entre mayor peso se dé a los ejes de reinserción como son el trabajo, la capacitación para el mismo, la educación, la salud y el deporte, menor es la posibilidad de reincidencia.

Hace unos meses se llevó a cabo el Primer Concurso de Promoción a la Lectura Penitenciaria en los catorce Centros Federales: Oportunidades para reencontrarse, disfrutar de la palabra y crear hábitos en los tiempos libres.

Dinámica que consistió en invitar a las personas privadas de la libertad a leer un libro de los que se encuentren en las bibliotecas de los Ceferesos [y Ceferepsi], realizar una sinopsis de máximo dos cuartillas que fueron calificadas por un grupo de expertos invitados para ser jurados.

La participación fue nutrida y los ganadores fueron: 1er lugar: Judith, del Centro Federal de Readaptación Social No. 16 Femenil de Morelos; 2do lugar: Daniel, en el Cefereso No. 11 de Sonora, y 3er lugar: Diego, del Ceferepsi ubicado en Morelos.

Sin duda, sus reflexiones son motivaciones para el trabajo en equipo y para las Bibliotecas penitenciarias a promover y proveer esas herramientas del cambio; aprovecho este espacio para felicitarlos y hacer un destacado reconocimiento a la participación de todos.

 

Dr. Antonio Hazael Ruíz Ortega

Licenciado en Derecho con Maestría en planeación y gestión educativa; Maestría en prevención del delito y sistemas penitenciarios; Especialista en prevención del delito y derechos humanos y Ex subsecretario de Sistemas Penitenciarios y menores infractores de la CDMX.

Twitter: @Hazaelruizo

 

 

Fuentes bibliográficas.

  1. Pérez Pulido, Margarita. 2007. Bibliotecas de prisiones: concepto, modelos y normas. En Educación y biblioteca.
  2. Pérez Pulido, Margarita. “Usos condicionados del libro y las bibliotecas en prisión: estudio de necesidades y hábitos en una comunidad de lectores”; en: Castillo Gómez, Antonio y Sierra Blas, Verónica (Comp.) Letras bajo sospecha Escritura y lectura en centros de Internamiento. España, Ediciones TREA S.L.2005. Pág. 258.
  3. Pérez Pulido, Margarita. Op.Cit. pág. 259.

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