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Feminicidio: “El Estado (de México) que no amaba a las mujeres”

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Pese a su extensión esta columna tiene varias referencias particulares a lo penal, lo político y lo literario, todas ellas enlazadas al problema imparable en la justicia penal mexicana del feminicidio. Quien se haya detenido en leer el título de las presentes líneas de inmediato detecta las primeras dos referencias, una a la entidad federativa Estado de México y la otra, a la obra de la literatura universal cuyo título se pretende imitar “Los hombres que no amaban a las mujeres” de Stieg Larson [1].

El feminicidio es un problema en la justicia global y como todos los problemas con presencia global se acentúa en unas regiones más que en otras, es el caso del continente africano el cual se mantiene arriba en los indicadores seguido de América, donde entre los países que se posicionan en los primeros lugares con mayores índices de violencia feminicida durante las últimas décadas se ubica México, con un alarmante incremento desde 2018; de lo anterior dan cuenta diversas fuentes nacionales e internacionales como son la UNODC [2] o el INEGI [3] por mencionar algunos. Desde luego, las cifras y mediciones van variando cada día, las poblaciones aumentas o migran, los criterios para contabilizar se modifican, las políticas criminales se vuelven laxas o autoritarias, las normatividades se reforman, el interés político crece o simplemente es inexistente, los sistemas para llevar registros cambian, hasta los servidores públicos dedicados a los temas son reemplazados o sencillamente se deja de destinar recursos humanos al tema, sin mencionar las cifras negras siempre presentes y todo esto afecta a la correcta medición del problema y, por ende, a su atención y prevención.

La razón de dedicarle algunas columnas al problema de la violencia feminicida y, en general, a la violencia en contra de las mujeres en el Estado de México es porque se trata de un asunto desatendido que lleva décadas arraigándose en la entidad, administraciones van y vienen, y la cuestión se desborda; en el Estado de México es peligroso ser mujer.

Precisamente, por eso hago referencia a la novela “Los hombres que no amaban a las mujeres” porque buscó hacer énfasis en que la violencia feminicida ocurre tanto en países desarrollados como en los menos adelantados, dicha obra nos da una pincelada -desde luego, con las libertades creativas que se pudiera tomar el autor- acerca de la violencia de género y el odio contra las mujeres en un país desarrollado y que tales fenómenos no son endémicos de un país o población; desafortunadamente, en algunos sitios como la entidad mexiquense el fenómeno a echado raíces.

De conformidad con los datos de 2022 recabados en el Censo Nacional de Procuración de Justicia Estatal 2023 levantado por el INEGI, el Estado de México registró el mayor número de víctimas de feminicidio registradas en las carpetas de investigación abiertas, con 140 víctimas, por encima de Nuevo León que acumuló 104 víctimas, lo cual contrasta con Nayarit que únicamente enumera 2 víctimas. Cabe citar la siguiente relación de datos efectuada por las y los autores del “Cuaderno 28. La medición del feminicidio en México”: “Sistemáticamente, el estado de México, Jalisco, Ciudad de México, Nuevo León, Puebla y Sinaloa son los estados que año con año concentran la mayor cantidad de feminicidios; en conjunto, registraron 40.6% de las víctimas de feminicidio consumado entre 2017 y 2022.” [4]

Sobre esta línea, cabe recordar la investigación periodística “Las muertas del estado. Feminicidios durante la administración mexiquense de Enrique Peña Nieto” [5] de Humberto Padgett y Eduardo Loza con prólogo de Lydia Cacho; libro cuyo principal atributo radica en que, desde la línea uno del prólogo, se van entretejiendo una serie hechos y escenarios donde destaca el cinismo de las autoridades frente a la violencia feminicida que opera sistemáticamente en el Estado de México.

Si bien el índice del libro da la impresión de concentrarse en algunos casos, al leer cada capítulo queda acreditada la investigación que sus autores realizaron del periodo de 1990 a 2011, veintiún años durante los cuales, de acuerdo con sus investigaciones, mientras que “convirtieron a Ciudad Juárez en referente mundial del feminicidio, en el Estado de México 10 veces más mujeres fueron asesinadas.” [6] En cada apartado el hilo conductor son historias específicas de mujeres víctimas, las cuales se intercalan con testimonios de sus familiares, descripciones de los hechos que tenían lugar paralelamente cuando se acudía a las “autoridades” y simplemente ignoraban el asunto o peor aún, buscaban beneficiarse con él, se suman las experiencias de especialistas y de la sociedad civil organizada para asistir a las víctimas; de modo que, en cada capítulo se transmite al lector la sensación de impotencia, la sensación de que no hay en quien confiar y que incluso, la búsqueda de justicia conlleva más peligros que justicia.

De “Las muertas del estado. Feminicidios durante la administración mexiquense de Enrique Peña Nieto” cabe destacar, como uno de los datos que nos interesan como profesionales del derecho que, conforme con el análisis de datos realizado por los autores, durante los años 1990 a 1997, 2000, 2001, 2003, 2005 y 2006 el Estado de México [7] se ubicó en el primer lugar con el mayor número de “feminicidios” [8]; luego, la entidad mexiquense salió de ese índice e inició con nuevos datos en el registro de personas privadas de la vida como consecuencia de la “guerra contra el narco”, no, no se trata de una casualidad como se explica en la obra. [9]

Sea a través del medio que sea, la literatura o una manifestación en las calles, el problema de los feminicidios y, en general de la violencia de género, es evidente y así ha sido desde hace décadas, sin embargo, hoy se siguen dando tumbos en el derrotero hacia la justicia. ¿Investigaciones?, ¿presupuestos?, ¿cambios en el partido político en el poder?, qué falla en el camino de vivir en un auténtico Estado democrático de derecho con una política criminal que simplemente funcione, bastaría recordar que las “cifras” que tanto se busca ajustar son, en realidad, mujeres a quienes no se les ha hecho justicia.

Gracias por tomarte el tiempo de leer.

Por Alberto Francisco Garduño. Profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus líneas de investigación son: derecho penal sustantivo, derecho de ejecución penal, derecho económico y derecho antidiscriminatorio.

X: @albertofco9

REFERENCIAS:

[1] Larsson, Stieg, “Millennium 1. Los hombres que no amaban a las mujeres”, México, Planeta / Destino, 2013, p. 665.

[2] “El informe de investigación de este año sobre Asesinatos de mujeres y niñas por razones de género (femicidio/feminicidio). Estimaciones mundiales de asesinatos de mujeres y niñas por razones de género en el ámbito privado en 2021. Mejorando los datos para mejorar las respuestas”, Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), 2022, p. 49.

[3] García Pareja, Tania Helena, et al., En números. Documentos de análisis y estadísticas. Cuaderno 28. La medición del feminicidio en México”, vol. 1, enero-abril 2023, Instituto Nacional de Estadística y Geografía, México, 2024, p. 44.

[4] García Pareja, et al., op. cit., p. 21.

[5] Loza, Eduardo y Padgett, Humberto, “Las muertas del estado. Feminicidios durante la administración mexiquense de Enrique Peña Nieto”, pról. Lydia Cacho, México, Penguin Random House Grupo Editorial, 2014, p. 467.

[6] Loza, Eduardo y Padgett, Humberto, op. cit., p. 20.

[7] Loza, Eduardo y Padgett, Humberto, passim, pp. 20 – 25.

[8] Los autores utilizan en general el término “feminicidio” con independencia de la óptica y análisis que podrían efectuar los especialistas en derecho penal.

[9] Cfr. Loza, Eduardo y Padgett, Humberto, op. cit., p. 21.

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